INFILTRACIÓN MUNDIAL - SALVADOR BORREGO E. Infiltración Mundial (Salvador Borrego E.) | Page 238

cavar otras. Eran órdenes del general Tresckow, que en esa forma extenuaba a la infantería.
( 1) " Victorias Frustradas ".- Mariscal Von Manstein.
Desorientar, desmoralizar, era la tarea de los encubiertos cuando no podían hacer algo más radical. Todas las células secretas se " lamentaban "-ante los jefes militares leales- que Hitler y Speer " no podrían " aumentar la producción de armas( pese a que sí lo estaban logrando hasta en un 50 %). Y también se " lamentaban " de otras muchas desgracias verdaderas, exageradas o inexistentes. El caso era desmoralizar. Por todos lados propalaban la idea de que era necesario retroceder. Derrochaban sutileza y maña para presentar una idea negativa bajo el ropaje de una pena personal o de una patriótica preocupación por la suerte del país.
Hitler llegó a percibir ciertas telarañas, atribuibles a falta de resistencia moral, y aumentó su ingerencia en todos los asuntos del frente. No sólo supervisaba situaciones de Grupos de Ejércitos y de ejércitos, sino también de cuerpos de ejército, de divisiones y a veces hasta de regimientos. Estaba sobrecargándose con detalles. Hitler quería así infundir ánimo en todas las unidades, y lo lograba frecuentemente, pero desde luego no conseguía anular la influencia de la trama secreta.
Por otra parte, y coincidiendo con la operación Ciudadela, agentes de la Gestapo lograron localizar en Lausana, Suiza, a varios agentes comunistas del grupo principal de Alexandre Rado, que estaba íntimamente conectado con las estaciones secretas desde las cuales se enviaban informes a Moscú acerca de las operaciones militares alemanas.
La Gestapo logró detectar a una agente soviética, Margareta Bolli, a través de ella descubrió al jefe Álexandre Rado, en Ginebra.
Tiempo antes la Gestapo había capturado en Alemania a dos espías comunistas muy competentes, Jeorges y Johanna Wilmer, y en vez de ejecutarlos, consiguió atraerlos pagándoles bien. Los Wilmer aceptaron trabajar pura la Gestapo y fueron comisionados para entrar en contacto con Alexandre Rado, jefe del espionaje soviético en Suiza.
Los esposos Wilmer le contaron a Rado que habían logrado huir de Alemania y que estaban ansiosos de reanudar su labor al servicio de Moscú, Rado desconfiaba, según la norma profesional, y consultó. a Moscú, pero de ahí le dieron buenas referencias de los Wilmer. Sin embargo, Rado no los quiso cerca de él y los envió a Lausana para que auxiliaran al agente Alexander Foote.
La Gestapo esperó que los Wilmer averiguaran más nombres de agentes, direcciones, etc., con la idea de secuestrarlos a todos.
Los esposos Wilmer invitaban frecuentemente a comer o a cenar a Alexander Foote, a fin de extraerle alguna información. Pero todos eran zorros viejos del
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