INFILTRACIÓN MUNDIAL - SALVADOR BORREGO E. Infiltración Mundial (Salvador Borrego E.) | Page 165
trabajaba en lograr un motor de propulsión por turborreacción. La hélice sería
accionada no por pistones, sino por una turbina que succionara aire por delante,
que lo comprimiera en una cámara de explosión y lo lanzara por detrás. Era la
transición entre el sistema de hélice y el sistema de "chorro".
El 27 de agosto de.1939 (en vísperas de la campaña de Polonia), un Heinkel 178,
piloteado por Erich Warsitz, voló con el turborreactor construido por el físico Von
Chaim. Era la primera vez que se volaba con hélice accionada mediante
turborreacción y no mediante pistones.
Aquellos experimentos fueron los primeros pasos para algo que poco después
vino a cambiar toda la técnica aeronáutica.
Con base en el turborreactor de Von Chaim, la fábrica B.M.W., de Berlín, produjo
el motor 003, con el cual otro constructor de aviones, el profesor Messerschmith,
se proponía hacer que un avión volara sin hélice y más rápido que los de hélice.
A un avión de hélice se le agregaron dos turborreactores, pero éstos no resistieron
y se pararon a 50 metros de altura. El piloto Fritz Wendel pudo aterrizar gracias al
motor antiguo. Los turborreactores fueron examinados cuidadosamente y se
descubrieron fallas que en el banco de pruebas de la fábrica no se habían
evidenciado antes.
Vino después un turborreactor perfeccionado, el Jumo 004, que se montó en un
nuevo avión construido por el profesor Messerschmith, o sea el Me-262. El piloto
Wendel se dispuso a probarlo. La turbina giraba a razón de 141 revoluciones por
segundo y se habían utilizado nuevas aleaciones de metales. El Me-262 corrió
ochocientos metros en la pista, alcanzó la velocidad de 180 kilómetros por hora,
que teóricamente era la necesaria para elevarse, pero ni siquiera levantaba la
cola6 Wendel tuvo que frenarlo.
Se pensó que dadas las características aerodinámicas del nuevo aparato, la cola
quedaba en una especie de "rincón" donde la corriente de aire no circulaba con la
misma velocidad que bajo las alas. Por eso no podía levantar el empenaje. Le
hacía falta una rueda delantera para que el avión tuviera la línea de vuelo también
en tierra. Pero antes de hacer esa adaptación (¡quién esperaba tanto!), el piloto
Wendel pensó en una delicada maniobra y se lanzó a un nuevo intento: cuando
por segunda vez corría por la pista y alcanzaba los 180 kilómetros por hora, sin
que la cola se levantara, tocó suavemente los frenos, como “piquete”, el avión
inclinó la cola, esta recibió de lleno la corriente de aire y se conservó en línea de
vuelo. Wendel jaló entonces el bastón de mando y el Me-262 comenzó a volar.
Era el 18 de julio de 1942.
Por primera vez volaba un avión de chorro, sin hélice. Sin forzar los dos motores
Jumo-004, el avión desarrolló 800 kilómetros por hora, doscientos kilómetros más
que los más veloces aviones de hélice. Doce minutos duró en el aire aquel Me-
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