INFILTRACIÓN MUNDIAL PDF - NUEVA EDICIÓN MEJORADA Infiltración Mundial PDF actualizado | Page 41
INFILTRACIÓN MUNDIAL
Rosa Luxemburg y a Karl Liebknecht. Hubo aproximadamente mil muertos en
los motines de Berlín, pero los rojos quedaron derrotados.
En Munich también reaccionó el ejército y barrió con el gobiernito soviético de
Eisner. Lo mismo ocurrió en Kiel. La Infiltración física de los Eisner, los
Liebknecht, los Luxemburg, etc., no había sido suficiente, aunque contaba con
numerosos cómplices en la prensa, en las finanzas y en las dependencias
oficiales. Y la Infiltración Mental había fallado también, ante una opinión pública
que no se dejaba seducir fácilmente.
La revolución violenta fracasó así en Alemania en 1919. Pero la revolución
violenta no es la única carta del marxismo. Cuando no se puede ganar todo de
un golpe se recurre al plan mínimo, más lento, de la revolución pacífica. Ambas
van a la misma meta, aunque a diferente velocidad.
Cuando no se puede o cuando se considera inoportuno tomar una fortaleza en
ataque frontal y abierto, se le flanquea. Se le cerca, se le engaña, se le debilita,
a reserva de asaltarla y conquistarla más tarde. Esto es lo que hace la llamada
revolución pacífica.
El principal ideólogo de la "revolución pacífica” fue Eduard Bernsiein, nacido en
1850 en Alemania, como Marx y Engels, aunque tampoco alemán.
“REVOLUCIÓN PACÍFICA” ES INFILTRACIÓN.
Fallido el esfuerzo prematuro de “revolución violenta” en Alemania, la
Internacional Comunista adoptó la táctica de la “revolución pacífica”. Y surgió el
gobierno de Weimar, que era una engañosa coalición infiltrada de
procomunistas discretos, al amparo de una amañada Constitución que fue
redactada por el profesor Hugo Preus, nacido en Alemania como otros muchos
marxistas, pero no-alemán, ni por la sangre ni por el espíritu.
La propaganda comunista se volvió más cauta, más sutil, penetrando en la
prensa, en el teatro, en las universidades y en las fábricas.
Los rojos no olvidaban que habían fracasado en su revolución violenta al chocar
con el ejército en Berlín, en Kiel y en Munich, y dedicaron muy especial
atención a infiltrar las fuerzas armadas alemanas. Deberían empezar cuanto
antes, en una lenta y difícil tarea, si es que querían cosechar los frutos veinte o
treinta años después. Y empezaron desde luego. . .
41