INFILTRACIÓN MUNDIAL PDF - NUEVA EDICIÓN MEJORADA Infiltración Mundial PDF actualizado | Page 276

Salvador Borrego Se pensó entonces en que alguien lograra acercarse a Hitler y lo matara de un balazo. "El ioven coronel barón Georg von Boeselager, uno de nuestros cómplices -dice Schlabrendorff- rechazó la idea de matar a Hitler de esa manera. Por el contrario, se ofreció para asaltar el cuartel general de Hitler con un regimiento, cuyos miembros le eran incondicionalmente leales. Pero el regimiento de Boeselager estaba estacionado en Rusia y todos los intentos de trasladarlo al este de Prusia fracasaron". Luego el general Tresckow, jefe del Estado Mayor del Grupo de Ejércitos del sector central de Rusia, pensó en matar personalmente a Hitler, pero quería que mediante algún pretexto se le creara una oficina especial en el cuartel general del Führer, y esto no fue posible. Cuando ese nuevo plan se esfumó, el general Treskow y otros invitaron a Hitler a que fuera al cuartel general del Grupo de Ejércitos, en Orsha, pero Hitler canceló la visita debido a diversos compromisos. A continuación le insistieron para que fuera a Minsk, en Rusia, y tampoco lo lograron. Los infiltrados cultivaron a un coronel, llamado Von Breitenbuch, para que matara de un tiro a Hitler. La célula de Infiltración en el Estado Mayor del Grupo de Ejércitos del sector central de Rusia logró que Von Breitenbuch acompañara al mariscal Busch durante una entrevista con Hitler, en Berchtesgaden. "Quien intentase un asesinato de esta manera -dice Schlabrendorff- necesitaba tener un valor fuera de dudas. Hombres que lo habían probado innumerables veces en combate admitían francamente que no eran capaces de este trabajo". En efecto, el coronel Von Breitenbuch estuvo frente a Hitler y a su lado, pero no se atrevió a sacar su pistola. Schlabrendorff describe: "Una vez ahí, sin embargo, no pudo ni incluso llevar su mano al bolsillo para sacar su pistola. Varios hombres de la SS que estaban presentes siempre que Hitler recibía a alguien miraban a todo el mundo en la habitación, dispuestos a arrojarse sobre cualquiera que hiciese el menor movimiento sospechoso. Y así todo era desilusión continua…" Schlabrendorff revela que su círculo secreto sabía que se aproximaba la invasión de Francia por parte de Roosevelt y Churchill. Y precisamente querían matar a Hitler antes de que la invasión aliada empezara. Así todo el botín sería para le URSS. No se correría el riesgo de dos Alemanias; pues toda quedaría en manos del marxismo. Muerto Hitler en el primer semestre de 1944, aniquilado su grupo más adicto de SS y de Gestapo, tomado el mando del ejército por los infiltrados Ludwig Beck y Witzleben, el nuevo régimen de Berlín quedaría bajo el signo del Ejército Rojo. No había entonces en Europa ninguna otra fuerza que pudiera disputarle a éste su total hegemonía sobre Alemania y el Continente. 276