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INFILTRACIÓN MUNDIAL
un círculo gigantesco: la línea de nuestro cerco. De esta manera el adversario
nos ponía ante los ojos una prueba de su superioridad y, seguro ya de su
triunfo, nos mostraba la cárcel de la que no podríamos evadirnos. De una
manera innegable veíamos dibujados en el aire, alrededor de nosotros, los
férreos barrotes de la redonda jaula en la estábamos encerrados y donde tenía
que decidirse el destino final de nuestro ejército.”
El 6º ejército estaba inmovilizando a muy grandes fuerzas soviéticas que
habían contado con doblegarlo rápidamente, avanzar hacía el suroeste y copar
a los tres ejércitos alemanes que operaban en el Cáucaso (1º, 4º y 17º, con un
millón de hombres). Eso dejaría el camino libre para recuperar toda Ucrania.
Los otros dos sectores del frente alemán tendrían que replegarse.
Simultáneamente con la ofensiva armada, la propaganda comunista hacía
esfuerzos para que el 6º ejército capitulara cuanto antes. Durante varias
semanas utilizó magnavoces para que hablaran comunistas “alemanes” como
ErichWennert (presidente del Comité nacional de Alemania Libre), el israelita
alemán Walter Ulbricht (posteriormente jefe de la media Alemania comunizada),
Willy Bredel y algunos más, que colaboraban con el comisario Nikita Krushev.
En sus discursos exhortaban a las tropas alemanas a rendirse prometiéndoles
que se les trataría bien y que se les permitiría ir a cualquier país e incluso
regresar a Alemania cuando esta quedara “liberada”.
Por una parte Ilya Ehrenburg (Jefe no ruso de la propaganda en la URSS),
excitaba a las tropas soviéticas diciéndoles que no tuvieran compasión con las
"bestias monstruosas fascistas", y por otra parte a los alemanes del frente se
les prometía magnífico trato.
El 8 de enero el mando comunista hizo otro llamado a Von Paulus para que se
rindiera, prometiendo comida, atención médica, ropa de invierno, etc. Al mando
rojo le urgía que sus ocho ejércitos quedaran ya libres para continuar adelante.
Von Paulus trasmitió dicho llamado a Hitler, pidiéndole “libertad de acción”,
pues se inclinaba a rendirse, pero Hitler le contestó que los bolcheviques no
cumplirían sus promesas, que la resistencia del 6º ejército era “esencial para el
establecimiento de un frente y la salvación del mundo occidental”.
Terminantemente le prohibía capitular.
Al día siguiente (9 de enero) ocho ejércitos soviéticos lanzaron una ofensiva
general con cinco mil cañones. El escritor procomunista William L. Shirer dice
que fue una “batalla sangrienta, sin merced. En el desierto glacial, caótico,
sembrado con los escombros de lo que había sido Stalingrado, alemanes y
sovié ticos combatieron con una bravura y una tenacidad inimaginables.”
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