INFILTRACIÓN MUNDIAL PDF - NUEVA EDICIÓN MEJORADA Infiltración Mundial PDF actualizado | Page 218
Salvador Borrego
ensanchados". Dictaminó que esos soldados "habían muerto de hambre,
de falta de calor, consumidos y envejecidos".
Habían muerto en sus puestos... El cuerpo no resistía lo que ya había
resistido el espíritu.
Nadie debía tomar para sí víveres que se hallaban bajo racionamiento. Nadie
debía abandonar su trinchera por desesperada que fuera la situación. Habían
ocurrido más de cien ejecuciones por indisciplina. Incluso un teniente coronel
de intendencia, que con un pretexto voló fuera del cerco, fue reportado y se le
fusiló en consejo sumarísimo.
El instinto de la propia conservación debió ceder su puesto al sacrificio
total. La lucha ya no era por salvarse ellos, sino por salvar a otros
ejércitos, por salvar a Alemania.
Más de 250.000 hombres estaban consumiéndose conforme a aquel juramento
prestado a la bandera: "…El honor del soldado está en la entrega
incondicional de su persona por el Pueblo y la Patria hasta el sacrificio de
su vida.”
A finales de diciembre podía decirse que era más afortunado el que moría.
Pero ni los que morían ni los que sufrían la agonía de un combate casi sin
esperanzas, podían imaginarse que aquella terrible trampa había sido en gran
parte levantada por "compañeros" que llevaban el mismo uniforme. Por jefes
que ocupaban altos puestos, allá, en la retaguardia, en Berlín, a 2.500
kilómetros del frente.
Por su parte, los del Movimiento de Infiltración veían que su prolongada labor
tomaba al fin forma en un gran triunfo, concreto y visible. Veían que el mando
comunista aprovechaba ciento por ciento los secretos que se le entregaban.
Los conjurados del servicio de transmisiones del alto mando, encabezados por
los generales Olbricht y Fellgiebel, daban a conocer a Moscú (vía Ginebra) los
mensajes que llegaban de Von Paulus para Hitler y viceversa.
Friedrich Lenz dice en “Stalingrado, la Victoria Frustrada”, que “la batalla se
perdió por la incapacidad de algunos generales, por el sabotaje y por la traición,
no menos que como consecuencia de la actividad de espionaje llevada acabo
por las capillas rojas.”
El último día del año ya había siete ejércitos soviéticos que cercaban al 6º
ejército. Simultáneamente hicieron un insólito festejo a las doce de la noche,
disparando todos sus cañones, morteros, antiaéreos, ametralladoras y fusiles.
“Los disparos de hostigamiento – dice Joachim Wieder – dibujaban en el cielo
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