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INFILTRACIÓN MUNDIAL
El experimento fue comunicado al Ministerio del Aire. Los generales Udet y
Milch se trasladaron a presenciar una segunda prueba – de 60 segundos – pero
no le vieron mucho porvenir al motor-cohete. Udet comentó: "es un cohete con
estribos". En el Ministerio de Aviación no le concedieron posibilidades al motor-
cohete para aviones, y parecían estar en lo correcto, pues treinta años después
todavía no se ha generalizado su uso.
Sin embargo, se hallaban en marcha otros experimentos. El constructor Heinkel
había instalado en Rostok un laboratorio, en el que el físico Pabst Von Chaim
trabajaba en lograr un motor de propulsión por turborreacción. La hélice sería
accionada no por pistones, sino por una turbina que succionara aire por
delante, que lo comprimiera en una cámara de explosión y lo lanzara por
detrás. Era la transición entre el sistema de hélice y el sistema de "chorro".
El 27 de agosto de.1939 (en vísperas de la campaña de Polonia), un Heinkel
178, piloteado por Erich Warsitz, voló con el turborreactor construido por el
físico Von Chaim. Era la primera vez que se volaba con hélice accionada
mediante turborreacción y no mediante pistones.
Aquellos experimentos fueron los primeros pasos para algo que poco después
vino a cambiar toda la técnica aeronáutica.
Con base en el turborreactor de Von Chaim, la fábrica B.M.W., de Berlín,
produjo el motor 003, con el cual otro constructor de aviones, el profesor
Messerschmith, se proponía hacer que un avión volara sin hélice y más rápido
que los de hélice.
A un avión de hélice se le agregaron dos turborreactores, pero éstos no
resistieron y se pararon a 50 metros de altura. El piloto Fritz Wendel pudo
aterrizar gracias al motor antiguo. Los turborreactores fueron examinados
cuidadosamente y se descubrieron fallas que en el banco de pruebas de la
fábrica no se habían evidenciado antes.
Vino después un turborreactor perfeccionado, el Jumo 004, que se montó en
un nuevo avión construido por el profesor Messerschmith, o sea el Me-262. El
piloto Wendel se dispuso a probarlo. La turbina giraba a razón de 141
revoluciones por segundo y se habían utilizado nuevas aleaciones de metales.
El Me-262 corrió ochocientos metros en la pista, alcanzó la velocidad de 180
kilómetros por hora, que teóricamente era la necesaria para elevarse, pero ni
siquiera levantaba la cola… Wendel tuvo que frenarlo.
Se pensó que dadas las características aerodinámicas del nuevo aparato, la
cola quedaba en una especie de "rincón" donde la corriente de aire no circulaba
con la misma velocidad que bajo las alas. Por eso no podía levantar el
empenaje. Le hacía falta una rueda delantera para que el avión tuviera la línea
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