INFILTRACIÓN MUNDIAL PDF - NUEVA EDICIÓN MEJORADA Infiltración Mundial PDF actualizado | Page 175

INFILTRACIÓN MUNDIAL cercanos colaboradores de Himmler y se enteraba de secretos útiles para alertar y proteger al Movimiento de lnfiltración. Nebe procuraba cumplir muy eficazmente sus tareas y se fingía admirador de Hitler. "Nuestras obligaciones militares – dice Schlabrendorff- debían ser ejecutadas meticulosamente porque ellas nos proporcionaban la pantalla necesaria para cubrir nuestras actividades clandestinas." Es decir, en los tres principales organismos que cuidaban la seguridad interna de Alemania (Contraespionaje, Tribunal Superior del Ejército y Gestapo) había infiltrados. Así se explica que la Infiltración pudiera realizar hazañas que nunca se habían realizado contra la seguridad de una nación, hazañas que el espionaje clásico no era capaz de llevar a cabo. Llegó a ocurrir que un plan aprobado por Hitler, en Berlín, tardara sólo diez horas en llegar al mando soviético en el Kremlin. La clave de esta eficacia la tenía el general Fellgiebel, jefe del Servicio de Comunicaciones en la Comandancia Suprema del Ejército Alemán. Desde el año anterior, cuando en tres ocasiones se capturaron a los soviéticos diversos documentos con secretos militares alemanes, la Gestapo inició una investigación. Reinhard Heydrich, subjefe de la Gestapo, deducía que un “hombre correo" no podía cruzar las líneas. La comunicación debía ser por radio. Consecuentemente ordenó que se escudriñara el espacio, que se vigilaran todas las ondas hertzianas. Ahora bien, el espacio estaba lleno de señales que se cruzaban en todas direcciones. Era un mar de ondas. Localizada una emisión extraña, no tardaba mucho tiempo en desaparecer de su propia frecuencia. Las frecuencias eran cambiantes. Las claves también. Se analizaba hasta el tipo de pulsaciones (como grafología Hertziana) para distinguir si tal o cual emisión misteriosa correspondía al mismo operador, aunque apareciera en distinta frecuencia. En resumen, era una cacería endiablada durante horas, días, semanas y meses. Y cuando a veces empezaba a averiguarse algo, la frecuencia y la clave cambiaban. Sin embargo, ingeniosos cazadores de ondas lograron seguir un rastro y mediante triangulaciones radiogoniométricas localizaron el sitio de una emisora. El radiotelegrafista fue capturado. Mediante amenazas por un lado y ofertas de perdón y recompensa por otro, la Gestapo consiguió que el operador se prestara a seguir actuando como de costumbre. Y fue el hilo para capturar al grupo llamado “Capilla Roja”. Como jefes figuraban Harro Schulze-Boysen, del Ministerio del Aire; la judía Oda Schottmüller, Arvid Harnack, funcionario del Ministerio de Economía; el Coronel 175