INFILTRACIÓN MUNDIAL PDF - NUEVA EDICIÓN MEJORADA Infiltración Mundial PDF actualizado | Page 174
Salvador Borrego
Paralelamente a esas conjuras, en Suiza funcionaba una central soviética de
espionaje bajo la jefatura de Alexandre Rado, especializado en la escuela
Sekhjodrya, de la URSS. Disfrazaba sus actividades tras una Sociedad de
Cartografía Geo-Press, dedicada a la fabricación de mapas. Rado dirigía a
veinte subjefes radicados en Alemania, que disponían de trescientos agentes
profesionales.
Rado tenía también un agente en la sociedad de las Naciones, un lituano-judío
apellidado lsaac y otro agente en el Vaticano, designado con la clave de Lilí del
Vaticano. La misión de éstos era conseguir información secreta para enviarla a
Moscú. Rado v sus agentes eran muy eficaces, pero su actividad se hallaba
dentro del viejo cuadro de espionaje que causaba daños en puntos aislados. Lo
que verdaderamente estaba poniendo a Alemania en peligro era el Movimiento
de Infiltración.
Por ejemplo, el general Tresckow, ex jefe del Estado Mayor de Von Bock en el
sector central frente de Rusia, quedó con el mismo cargo en el Estado Mayor
del mariscal Von Kluge, en ese sector. Y a caja instante procuraba influir
negativamente al mariscal e inclinarlo contra Hitler. Von Kluge era muy capaz
en su profesión, pero jamás había estado sometido a una guerra de nervios de
esa índole y su mente daba constantes tumbos. Espontáneamente era fiel a
Hitler, pero había días en que caía bajo la influencia de Tresckow y se
desconcertaba. Los conjurados decían que Tresckow era "el relojero de Von
Kluge" porque le daba "cuerda" contra Hitler.
El almirante Canaris protegía a los conjurados. En una ocasión Himmler tenía
detenidos a siete judíos como presuntos agentes enemigos, y entonces Canaris
intervino asegurándole que aquellos siete "sospechosos" trabajaban para el
contraespionaje alemán disfrazados de antinazis. De este modo logró que se
los entregara. Poco después Canaris los hizo escapar a Suizá y sirvieron de
"correo" para llevarse claves secretas alemanas.
El jurista Carl Sack, auditor general del ejército, era otro infiltrado que desde su
alto puesto protegía a sus cómplices. Con frecuencia lograba que algún
sospechoso detenido por la policía fuera declarado enfermo mental e internado
en un sanatorio, en vez de que la investigación continuara adelante. Al general
Rudolf Schmidt, que se decía muy adicto a Hitler, la Gestapo le interceptó una
carta comprometedora, pero el auditor Sack maniobró y consiguió que
solamente se le degradara.
La Gestapo (policía Secreta) había sido formada por Göering y Himmler,
mediante una rigurosa selección de personal, pero logró deslizarse en ella un
infiltrado muy importante, el criminalista Arthur Nebe. El teniente coronel
Schlabrendorff dice que "Nebe era, por decirlo así, un cordero disfrazado con
piel de zorro, decidido antinazi en uniforme de general de la SS". Era de los
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