"Toda revolución empieza por una idea, que se vuelve tan pero tan convincente que empieza a ser externada y luego contagiada y contagiosa"
Pero no hay Independencia sin documento que lo avale y entonces nuestros libros de texto nos repiten sin cesar, una y otra vez, los nombres de Agustín de Iturbide (1783 – 1824), Vicente Guerrero (1782 – 1831) y el liberal de Juan O´Donojú (1762 – 1821), pero ¿dónde queda María Ignacia Rodríguez de Velasco Osorio Barba y Bello Pereyra? Para los cuates “la Güera Rodríguez” (1778 -1850), sin ella y su gusto por compartir su alcoba, no entendemos a un Iturbide aconsejado para cesar casi once años de guerra, me imagino que entre besos y otras herramientas prohibidas, convencieron a Iturbide de buscar a un tal Guerrero que andaba jugando escondidas en las montañas del Sur.
Sí, así es, la historia aunque no siempre escrita por mujeres está llena de ellas. Lo mismo pasó y sigue sucediendo con la Revolución Mexicana, llega el 20 de noviembre y todo es: mostachos sexys como los del Zapata (1879 – 1919). Te venden y compras el traje de mi Gnal. Villa (1878 - 1923) y a lo mucho las niñas tienen la opción de ser la “Adelita” de la tropa, pero esta visión es pobre, es mínima, no se vale hablar de un Villa sin sus múltiples esposas, no se vale caracterizar solo a la Adelita pues las revoluciones no son sólo: tira y apunta. Toda revolución empieza por una idea, que se vuelve tan pero tan convincente que empieza a ser externada y luego contagiada y contagiosa, por eso decir que 1910 es el inicio de la Revolución Mexicana, no es una frase tan del todo cierta.
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