INEDITA Num. 1 / Dic. 2017 | Page 10

HISTORIAS

Por: Lorena Álvarez Moctezuma

Docente de Historia

La importancia de las mujeres en la historia de México

Septiembre, octubre, noviembre son meses donde todo es patriótico: los actos cívicos, las noches mexicanas, las comidas y ni que decir de los puentes laborales que disfrutamos. Sin embargo para algunos la pregunta es: ¿qué festejamos? ¿A quién recordamos? Y ¿Cómo lo recordamos?

Cuando pensamos en septiembre es imposible olvidar nombres como: Miguel Hidalgo (1753 - 1811), el michoacano José María Morelos y Pavón (1815 – 1765) o en el zamorano, Sixto Verduzco (1770 – 1830), ¿pero en esta historia iban solos? ¿Sólo los hombres hacen “patria”? ¿Dan patria? Pensando que la patria es: “la tierra paterna” es decir, del padre, ¿entonces este proceso sólo conlleva al género masculino? La respuesta rápida y sin reflexión podría ser que sí,

pero la realidad es que nuestros constructos históricos fueron pensados, escritos y publicados por hombres y entonces en ese cuento “oficialista” las mujeres perdemos un poco de presencia o se nos disfraza de señoras bastante respetables que podamos honrar.

Hoy nuestros jóvenes que están coadyuvando a formar sociedades más igualitarias deben saber que aunque omitidas, las mujeres siempre hemos estado ahí. No habría “grito de independencia” sin una Corregidora (1768 -1829) que avisara al que se ha mal pensado era nada más y nada menos que su enamorado: Ignacio Allende (1769 – 1811) quien tampoco era el aburrido militar que nos pintaron nuestros libros de texto, éste era un galán que usaba mallitas muy, muy ajustadas, rico y viudo. Y nuestra “angelical” Josefa Ortiz aunque casada no era la mujer madura

y sosa de las estampitas de la tarea –sino según decires de la época- una mujer bastante bien formada, pues sus curvas no distraían sólo a D. Miguel Domínguez (1756 – 1830).

Leona Vicario (1789 – 1842) fue como lo dice su nombre, una leona y no dormida precisamente. Era perspicaz, culta, rica y enamorada de un insurgente, por el cual fue capaz nuestra doncella de donar dinero para un ejército que sin sus joyas jamás hubiera conseguido fondos para su armamento, o al menos, no tan rápido y además hizo gala de un don muy femenino, sacar información, que ponía a disposición de la causa insurgente, mandando notas y cartas que elaboraba con recortes de letras de periódico y engrudo casero para evitar ser descubierta por medio de su caligrafía.

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