Este año, el curso lo he comenzado con la seguridad que proporciona poseer unos conocimientos previos del entorno donde realizamos nuestro aprendizaje. Sin embargo, la calidad humana y el nivel profesional de los profesores que este año me acompañan en mi formación, son del mismo nivel que la que tuve el año anterior. Profesionales sumamente involucrados en el objetivo de llevar a sus alumnos a adquirir unos conocimientos que hagan de ellos personas que se puedan enfrentar al mundo que nos rodea con más formación y, por tanto, con más seguridad y garantía de éxito. Ana Rego en Matemática, con sus continuas correcciones, me ayuda a entender mejor un conjunto de conceptos que resultan de difícil comprensión. Juanlu y Juanra, en la difícil tarea de hacer entender a sus alumnos que la historia de España es tan compleja como apasionante, con sus comentarios orientados a hacerme reflexionar sobre aquellos acontecimientos y personajes que han protagonizado nuestro pasado y nos han llevado a nuestro presente. Nacho Vallejo, entre la árida gramática y la belleza de nuestra literatura, con sus anotaciones cargadas de profundas reflexiones que me abocan a contemplar las obras de nuestros más célebres autores desde ópticas antes inimaginables.
En unos días terminaré bachiller, los conocimientos que he ido adquiriendo han sido como consecuencia de mi tenacidad, esfuerzo y constancia, pero la visión que he adquirido de mi propia existencia, la mejora en mi capacidad de análisis, el desarrollo de mi sentido crítico y el nuevo planteamiento con el que observo realidad que me rodea, ha sido provocada por el buen hacer, capacidad, empatía y profesionalidad de cada uno de los profesionales que me han dado la mano y amablemente me han acompañado durante estos dos últimos años.
Dos son los objetivos que espero haber logrado al escribir estas líneas. El primero, despertar en todos aquellos alumnos, que se han tomado el tiempo necesario para leer estas líneas, el interés –más aún si cabe- por superar las asignaturas en las que se encuentren matriculados. Y el segundo, mostrar mi admiración y agradecimiento al grupo de profesores que, desde la sede del IDEA, hacen posible la realidad de un instituto de formación a distancia de carácter público que sufre los rigores de los recortes presupuestarios. Aquellos que con su esfuerzo superan las carencias materiales y humanas inherentes a un organismo con un presupuesto limitado. Para terminar, no me queda más que felicitar a todos aquellos trabajadores que dan soporte al equipo docente, personal administrativo y orientadores, personas que además de cumplir su trabajo de forma eficiente, son capaces de empatizar con un grupo de alumnos tan heterogéneo.
Francisco Lara Becerra. Alumno en IEDA de 2º de bachillerato
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