Identidades Número 1, Febrero 2014 | Page 62

asentara de nuevo un peligro para sus territorios, lo que significaría algo más catastrófico aún: una ocupación militar. La esperanza Pero no todo es negativo. Pese al daño, encanallamiento y desarraigo al que lo ha forzado el régimen que una vez abrazara y acompañara con borda los límites de acceso férreamente establecidos por la censura. El grupo en el poder se ha visto atrapado en la contradicción de aceptar este ritmo alucinante de crecimiento mundial e intentar ponerse a la par. De no hacerlo perderían la capacidad de vender su imagen e interactuar e influenciar, con beneficio de todo lo que puedan, en los asuntos internacionales. Su mayor oxímoron es el intento y lento fracaso por mantener a la so- La Habana en su vacío ciego entusiasmo y hasta voluntaria crueldad, nuestro pueblo también ha alcanzado instrucción y posee virtudes intrínsecas de modernidad que le permitirían desarrollar su dinámica capacidad de integrarse al mundo, sobre todo con esa creciente ola tecnológica de comunicación personal que facilita un acelerado crecimiento de la economía, la transparencia y el bienestar en muchas naciones. Como prueba de ello, África, el continente más execrado, goza ya de un 80% de conexión. Para Cuba también hay señales estimulantes. El creciente espacio que van ocupando los medios modernos de comunicación en la sociedad civil des- 60 ciedad civil fuera de esta modernización constante. Esto es cada vez más patente. La presente marcha del mundo nos hace prever que este fenómeno seguirá creciendo y, por tanto, la sociedad civil cubana lo irá asimilando cada vez más y mejor. Esto nos dará una ventaja que, de saberla encauzar en un Estado de Derecho con diafanidad institucional y claras cuentas públicas, nos permitiría distanciarnos del latente peligro del Estado fallido, la herencia de clases representativas del totalitarismo o el autoritarismo, y el asolo de las fuerzas antidemocráticas internacionales.