Identidades Número 1, Febrero 2014 | Page 61

ria. El reducido núcleo conservador aferrado al poder desconfía de las ideas poco ortodoxas y de las ambiciones de sus voraces cuadros subordinados, de los cuales, sin embargo, dependen por completo. Tengamos en cuenta que, a diferencia de la cúpula gobernante, no hay un solo secretario del Partido provincial o municipal de setenta u ochenta años. Tampoco ningún funcionario medio del Estado roza esa edad. Son ellos los que hacen funcionar el Estado y las aberraciones institucionales o las incompletas medidas económicamente liberalizadoras que regurgitan sus vetustos patrones. Aunque son mayoría, también han sido distorsionados por el ordeno-mando del sistema imperante y, en consecuencia, tienen sus propios proyectos de poder. Manejan todas las palancas del Estado y al debilitarse cada vez más el actual grupo de ancianos con mentalidad montaraz, esto les permitiría, de no comenzar un conflicto de poder entre ellos, llegar a un acuerdo interno para intentar seguir con mando absoluto, excluyendo cualquier fuerza ajena de la sociedad civil que iniciara pasos para tener también participación. Intentarían manejar una especie de moderno modelo autoritario, de los que en la actualidad hay ejemplos en el panorama mundial. 2) De ocurrir este evento o cualquier otro que no diera paso a la plena conformación del Estado de Derecho y la democracia, la nación se alejaría aparentemente del peligro de la anarquía y los fundamentos del Estado fallido. Pero eso sólo sería un aplazamiento oneroso, y a la larga generaría el agravamiento de los males ya descritos. No podemos llamarnos a engaño y conformarnos con un estimulante progreso eco- nómico si las libertades siguen conculcadas y la institucionalidad democrática es sustituida por un modelo de autoritarismo modernizado y heredable. Emergerían los males sociales, culturales y económicos generados con anterioridad y nunca sana, franca y democráticamente discutidos. Se volverían algo muy difícil de controlar, tal como le ocurre a México con el narcotráfico o a Colombia con las guerrillas. 3) La posición geográfica privilegiada de nuestra isla, tan próxima al mayor mercado del mundo, sería muy atractiva para muchos intereses. Aprovechando la falta de solidez institucional y la inclinación general a la corrupción y a la deformación criminal en nuestro Estado y sociedad, otros peligros externos podrían agravar la situación nacional. Incursionando en el país, corrompiendo e incorporándose con su capital y violencia a sectores del poder, los grupos criminales en plena expansión continental como las pandillas Maras, el narcotráfico mexicano y colombiano, las narcoguerrillas izquierdistas, las mafias europeas y el terrorismo internacional intentarían hacer de Cuba una base firme, tal como ahora se intentan apoderar los grupos extremistas islámicos de la justa lucha del pueblo sirio contra la tiranía de El Assad. Ya sea por un grupo renovado de la nomenclatura o las fuerzas democráticas de la sociedad civil en el poder, la nación tendría instituciones débiles que no podrían impedir, por lo menos en un principio, muchos de estos desmanes y podrían darse hasta alianzas con aquellas fuerzas para egoísta provecho. Una situación caótica así, a la larga, forzaría la acción de los Estados Unidos y otras naciones cercanas a fin de impedir que en nuestro país se 59