Identidades Número 1, Febrero 2014 | Page 58

luciones. El verdadero desgaste del sistema imperante va más allá de las provectas edades que atosigan a sus miembros o de las incoherencias administrativas. Es de orden político, de inviabilidad del modelo mítico de sociedad que se ha promocionado a diario hasta la náusea. En su rigidez e insuficiencia, acumula demasiadas deformaciones.Más allá de la “vanguardia” aferrada al poder, siempre queda la nación maltrecha, la única patria que tenemos y que tendremos para asumir en el futuro sólo si hay suerte, empeño, esperanza y, sobre todo, responsabilidad. Y como cabe esperar, por lo que hemos sostenido unos y repudiado otros, también con dolor. Esa es una verdad que permanece por encima de toda diferencia. ¿Bastará el simple y natural deseo de hacernos de nuevo con un país vivible y de progreso? La herencia de la nación des-civilizada Intentemos resumir los daños fundamentales y muy probablemente heredables que sufre nuestra sociedad: a) Una fuerte inclinaci