Identidades Numero 3, Septiembre 2014 | Page 97

La callada molienda (I) Reseña bibliográfica Boris González Arenas Historiador y cineasta Blog Probidad La Habana, Cuba L o cotidiano no puede ser conmovedor: no puede cortar el aliento, nublar la inteligencia o estimular el llanto de manera continua. Quien no ha visto pasar un carro a gran velocidad por una carretera recién asfaltada puede maravillarse del ingenio humano y permanecer estupefacto por horas, meses o años, hasta que su estupefacción mengua. El soldado que ve morir a su compañero en el comienzo de una experiencia militar sufrirá una conmoción propia de novatos, muy distinta de la que tendrá si consigue seguir guerreando por dos o tres años, sorteando vísceras y miembros de quienes conversaban con él minutos antes. La conmoción es también una forma de enajena- tiempo y su energía, hace girar su entendimiento en torno a ello. Si viviéramos conmovidos el universo sería un escenario con un solo objeto, el que conmueve; y un solo personaje, el conmovido. La conmoción es necesariamente un sentimiento extraordinario. El libro La callada molienda (La Habana: Ediciones La Memoria, 2011), Premio Memoria 2012, otorgado por el Centro Pablo de la Torriente Brau, recoge testimonios de obreros azucareros cubanos de la provincia de Matanzas, y muestra la condición material y emocional en que quedaron cuando en 2002 se cerraron la mayoría de los centrales de Cuba y, con ellos, se desactivó una estructura productiva que contenía desde el tra- Central azucarero destruido ción; el individuo conmovido se centra con obsebajo puramente agrícola hasta las formas más essión en aquello que lo conmueve, le dedica su pecializadas de comercialización internacional, 97