Identidades Numero 3, Septiembre 2014 | Page 83

Los ingredientes del ajiaco cubano Ricardo Lazo Páez Gastronómico La Habana, Cuba E l arte culinario es un fenómeno de la vida sociocultural que coquetea entre los límites de lo material y lo espiritual. Es cierto que su objetivo primario es calmar el hambre y la sed o, siendo aún más preciso, ofrecer el aporte nutricional y calórico que permite el crecimiento y desarrollo del individuo y, por tanto, la supervivencia de la especie. Pero las comidas y bebidas tienen también otra invaluable función por cuanto motivan y reflejan las relaciones humanas, moldean normas de conducta e interacción social y generan un cúmulo de tradiciones —dentro y fuera del contexto familiar— que revelan particularidades y diferencias etno-culturales desde las cuales se construye la identidad de los pueblos. La comida criolla cubana es degustada en infinitos lugares alrededor del mundo. Nadie puede escapar a su embrujo, que es resultado de una rica mezcla de ingredientes multinacionales. Nuestro ajiaco –término utilizado por Don Fernando Ortiz para reflejar el origen plural de la nacionalidad cubana- tiene mucho sabor. Es muy difícil afirmar categóricamente que un plato u otro es propiamente hispánico, africano, aborigen o de cualquier otra procedencia. A lo largo del proceso de transculturación cubano, los alimentos aportados por cada uno de los componentes se han fusionado y modificado, resultando en un producto cualitativamente diferente. Un fenómeno muy interesante, relativamente reciente, es la explosión de establecimientos gastronómicos, en su mayoría privados o adscritos a sociedades de origen foráneo, que rescatan en sus menús las tradiciones culinarias de sus regiones de procedencia, en perfecta simbiosis con los platos más representativos de nuestra comida tradicional. Siempre hubo, pero ahora hay más, y el término explosión se refiere no solo al número, sino también a la afluencia permanente de comensales extranjeros y en menor medida nacionales, ya que los precios no son asequibles al cubano regular. Restaurantes habaneros como Castropol y el complejo Los Nardos / El Asturianito / El Trofeo, pertenecientes ambos a sociedades asturianas, ofrecen al visitante lo más representativo de las ollas cubana y española. La amplia red de negocios del Barrio Chino, que varias décadas atrás fuera tan estricto en mostrar los recursos de su cocina local, incluye ahora los platos cubanos con matices asiáticos en reconocimiento al aporte de esta cultura a nuestro acervo culinario. Sin embargo, siendo inobjetable que la columna vertebral de la cultura criolla cubana es hispano-africana, llama la atención que se muestre y se conozca tan poco del aporte del conglomerado étnico africano nuestra mesa. ¿Es acaso tan escaso o nulo? Numerosos factores hacen comprensible que la llegada masiva de africanos a nuestras costas no trajera consigo la introducción y establecimiento 83