Identidades Numero 3, Septiembre 2014 | Page 72

si es el pueblo usando plebiscitos. Hay democracia participativa, hay democracia líquida y hoy se habla también de la democracia electrónica, digital y ciberdemocracia, conocida en inglés como edemocracy. Si partimos del significado como autoridad del pueblo, puede parecer una evidencia que en Cuba, donde reina la dictadura del proletariado, se cumple a la perfección. En Cuba nuestros gobernantes hablan de democracia popular, pero piensan en la poliarquía que definió el Profesor Dahl, de la Universidad de Yale, quien hace poco falleció a los 98 años. Para la cúpula que ha estado en el poder en Cuba desde que yo nací, en el 1961, un pequeño grupo gobierna y la participación de las masas se limita a elegir dirigentes en elecciones dominadas por las elites. En la práctica eso quiere decir  Pluralismo limitado o más bien inexistente, porque desde que yo nací tenemos un partido único, el partido comunista,  Un aparente proceso electivo desde la base, donde los vecinos se reúnen en consejos para designar a sus representantes, pero como sucedía con todas las democracias populares de Europa del Este,  Los medios de comunicación masiva son propiedad del Estado, del Partido o de organizaciones vinculadas con él, como los sindicatos y las federaciones estudiantiles Cabe destacar que, en las llamadas democracias populares, los órganos de seguridad estatal se dedican sistemáticamente a la vigilancia política de sus ciudadanos. Debía pasar lo contrario: que el pueblo utilice la democracia para poner bajo control el poder político. En una verdadera democracia no debería existir ningún poder no controlado. Luego de esta percepción de la democracia y cómo esto se sitúa en nuestra memoria, podemos formular las 6 interrogaciones que este congreso se propone elucidar y muchos se hacen en Cuba mirando hacia América Latina, en tanto muchos en América Latina se hacen mirando a Cuba, Venezuela y otros países con democracias populares: 72 1. Este pasado, moldeado por memorias colectivas que son reconstruidas por narrativas, experiencias compartidas e interpretaciones del día a día, combinadas con violencia, represión y resistencia, ¿podría llegar a afectar cómo las nuevas instituciones son analizadas, concebidas y desarrolladas? 2. Esta experiencia colectiva de violencia y opresión, ¿contribuye significativamente al compromiso colectivo hacia las “nuevas reglas del juego” que están anticipadas para lograr una participación política más amplia, una resolución pacífica de conflictos y la generación en consenso de la política pública? 3. ¿Cuáles son las tensiones y conflictos que perduran como el resultado de las memorias colectivas de las políticas pasadas? 4. ¿Cómo las vistas conflictivas del pasado han formado el reconocimiento de eventos históricos a través del arte, museos, espacios públicos, y el currículo de las escuelas? 5. ¿Cómo han sobrevivido las memorias colectivas y cómo se han transmitido a través de las generaciones? 6. ¿Cuál es la obligación de la actual y de las futuras generaciones para honrar las pruebas pasadas y centrarse en el análisis de los conflictos y discutir sobre las diferentes interpretaciones del pasado? Esta última interrogación nos inspira a hablar de brecha digital, que como tal indica diferencias previas al acceso a las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación (TIC). Cuando todo el mundo tenga acceso a la red, ¿se cerrará la brecha? NO. La brecha digital indica también las diferencias que hay entre grupos según su capacidad para utilizar las TIC de forma eficaz, como consecuencia de distintos niveles de alfabetización, carencias y problemas de accesibilidad a la tecnología. También se utiliza el término para designar las diferencias entre grupos con y sin acceso a contenidos digitales de calidad. El término opuesto más frecuente es inclusión digital. Nuestro mundo está lleno de otras brechas, entre otras, las generacionales, económicas, raciales y,