Prohibido olvidar
*
en Cuba
Boris González Arenas
Historiador y cineasta
Blog Probidad
La Habana, Cuba
A
las víctimas del hundimiento del transbordador 13 de Marzo
En “Camino al poder a través de la Revolución”
(Diario de Cuba, 23 de marzo de 2014), distingo
entre el liderazgo colectivo y el liderazgo único.
El liderazgo colectivo se afirma en la libre elección de los conjurados en cualquier movimiento
de subversión política. La elección responde a
virtudes del elegido, que han sido identificadas
colectivamente, pero la cohesión no se establece
por su naturaleza imprescindible, sino por la necesidad de organizar de manera efectiva la acción
subversiva y la resistencia. La posibilidad de la
muerte es el elemento que aúna en torno al liderazgo. Que el elegido permanezca como líder depende del consenso.
En el liderazgo único no sucede así. El líder deja
de ser una elección y se convierte en el origen y
el fin de la acción política. Se instrumentan mecanismos de represión e ideológicos para conseguir la permanencia del líder al frente del movimiento.
De ahí que el liderazgo único, por mucho que
comparta con el liderazgo colectivo, pues en ocasiones llega a compartir al que le encarna, solo es
identificable una vez que el triunfo revolucionario
se ha establecido.
El paso del liderazgo colectivo al liderazgo único
supone un cambio de naturaleza que demanda al
olvido. Lo colectivo supone la convergencia de
las memorias; lo único indica la trascendencia del
que prevalece.
Al indagar sobre tres tipos de olvidos en la Cuba
posterior a 1959 y su papel en la instrumentación
del autoritarismo castrista, comienzo por el olvido que resulta de la instrumentación de un régimen autoritario, paso de inmediato al rechazo del
recuerdo, que es el olvido asumido de manera individual para asimilar y sobrevivir en el orden impuesto, y concluyo con el modo de olvido que
prefiero identificar como incapacidad de recordar.
Si el liderazgo único instrumenta mecanismos de
contención de la memoria de todos, la negación
del recuerdo se emplaza también a niveles mucho
más intuitivos, que demandan al individuo no una
asimilación de los requerimientos que le llegan
desde el poder, sino también un ejercicio activo
para impedir la recordación. A quien queda a la
sombra del liderazgo único se le exigirá atender
sus declaraciones. En el argot cubano esto se pone
de manifiesto con la expresión “cuida tus comentarios”. Se demandará una crítica constructiva
frente a los fenómenos que rodean el liderazgo
único —no así frente a sus antagonistas— y se
creará una complicada cadena de espacios para
ejercer la crítica con exclusión de su visibilidad
social y su identificación con posiciones semejantes.2 Se crea también la noción de que el otro, el
antagonista, es el enemigo. Y contra el enemigo,
el liderazgo único movilizará todo su poder,
desde el militar y el jurídico hasta el sem :