Identidades Numero 3, Septiembre 2014 | Page 49

Y frente al argumento de que los cubanos no están familiarizados con la Constitución de 1940, muchos participantes arguyeron que lo mismo sucedía con la cultura empresarial y, sin embargo, los cubanos han comenzado a recuperarla a partir del instante en que, por las razones que fueren, tanto el Estado como la realidad los lanzaron a la competencia económica por la supervivencia. Este razonamiento es transferido al ámbito legal, en el supuesto de que, ante la necesidad de buscar un marco de convivencia que ofrezca seguridades a los ciudadanos en sus múltiples y diversos intereses, los cubanos, con el nivel de instrucción actual, podrían empezar a valorar dicha Constitución como una buena herramienta para empezar el trabajo en materia de derechos y responsabilidades. En cualquier caso, los cubanos tampoco están familiarizados con la Constitución vigente. La Constitución de 1940, piensa un grupo de participantes, tiene una ventaja política sobre la Constitución de 1976 y también sobre la idea de una nueva Constitución. En el primer caso, la ventaja es de soberanía histórica. A diferencia de la de 1976, la de 1940 fue una Constitución hecha a partir de elementos históricos y culturales propios, sin más influencias externas que los valores universales en los que se funda el constitucionalismo universal y en los que se refieren a las libertades fundamentales que le dieron precisamente origen. La Constitución de 1940 surge en el declive de la influencia política directa sobre nuestro sistema republicano que provenía de la Enmienda Platt, impuesta en 1902 por Estados Unidos, cuando empiezan a desaparecer las restricciones geoestratégicas externas sobre las instituciones de la república. El origen de la Constitución de 1976 hay que situarlo, por el contrario, en el modelo de la Constitución soviética de 1936, que nada tiene que ver con nuestra historia, cultura y realidad política. Aquella supuso el regreso de las consideraciones de potencias extranjeras como restricciones impuestas a nuestra institucionalidad. En este sentido hubo un claro recordatorio de que el preámbulo de la Constitución de 1976 comenzaba por agradecer a la ex Unión Soviética nuestra misma existencia. En lo que se refiere al Nuevo Constitucionalismo, la ventaja de la Constitución de 1940 es situada por estos participantes en que aquel implicaría comenzar de cero, sin herramientas referenciales, que vaciarían el debate, lo desviarían de su curso y obligarían definitivamente a dar un rodeo para caer en algún tipo de plataforma constitucional. La Habana 49