Y vamos a partir de una constatación preliminar
que da contexto a estos debates. Cuba ha sido un
Estado y sociedad totalitarios por más de 50 años.
Ello ha supuesto la destrucción puntillosa de las
nociones del Derecho y de los derechos, de la visión y práctica de la vida institucional y del valor
que tiene el imperio de la ley.
Vivimos en una nación donde las violaciones a
los derechos humanos no son solo actos establecidos, queridos y legitimados ―aquellas sí como
instituciones―, sino también donde los derechos
Se complican más las opciones porque, sin derechos reconocidos por el Estado, se bloquean y dificultan las posibilidades de articular demandas
socialmente visibles, cuyo impacto presione al
Estado en la dirección de responder a los requerimientos sociales actuales, acumulados por años
de fracasos de la estructura de gestión de la economía.
Estamos frente a la crisis económica más aguda
de la historia del país, cuyas consecuencias sociales están situando a Cuba a la cola de naciones
San Juan y Martinez, Pinar del Rio
humanos, como noción, desaparecieron de la
mentalidad y cultura ciudadanas.
Habitamos en un país con una crisis económica
de doble estándar. De un lado, la crisis que genera
el modelo y, del otro, la crisis del modelo mismo.
La difícil situación económica de la gente, vista
desde la imposibilidad de satisfacer necesidades
básicas y de construir el bienestar, se agrava porque ni la estructura productiva y económica del
país ni la estructura de propiedad están en condiciones de sentar las bases de un presente y futuro
para las familias y la sociedad en general.
latinoamericanas, con niveles y grados de desigualdad históricos. Y la pérdida de valores, el
desencanto de la juventud y el abandono de la ciudadanía, tanto por las prácticas del Estado como
por la incapacidad de la gente de asumir su papel
dentro de la sociedad, nos han colocado como nación y sociedad ante la probabilidad de una implosión social y política, en un país que carece de
las referencias necesarias para asumir y canalizar
sus múltiples crisis.
El desafío es encauzar las crisis positiva y creativamente, construyendo desde abajo un Estado de
47