Identidades Numero 3, Septiembre 2014 | Page 47

Y vamos a partir de una constatación preliminar que da contexto a estos debates. Cuba ha sido un Estado y sociedad totalitarios por más de 50 años. Ello ha supuesto la destrucción puntillosa de las nociones del Derecho y de los derechos, de la visión y práctica de la vida institucional y del valor que tiene el imperio de la ley. Vivimos en una nación donde las violaciones a los derechos humanos no son solo actos establecidos, queridos y legitimados ―aquellas sí como instituciones―, sino también donde los derechos Se complican más las opciones porque, sin derechos reconocidos por el Estado, se bloquean y dificultan las posibilidades de articular demandas socialmente visibles, cuyo impacto presione al Estado en la dirección de responder a los requerimientos sociales actuales, acumulados por años de fracasos de la estructura de gestión de la economía. Estamos frente a la crisis económica más aguda de la historia del país, cuyas consecuencias sociales están situando a Cuba a la cola de naciones San Juan y Martinez, Pinar del Rio humanos, como noción, desaparecieron de la mentalidad y cultura ciudadanas. Habitamos en un país con una crisis económica de doble estándar. De un lado, la crisis que genera el modelo y, del otro, la crisis del modelo mismo. La difícil situación económica de la gente, vista desde la imposibilidad de satisfacer necesidades básicas y de construir el bienestar, se agrava porque ni la estructura productiva y económica del país ni la estructura de propiedad están en condiciones de sentar las bases de un presente y futuro para las familias y la sociedad en general. latinoamericanas, con niveles y grados de desigualdad históricos. Y la pérdida de valores, el desencanto de la juventud y el abandono de la ciudadanía, tanto por las prácticas del Estado como por la incapacidad de la gente de asumir su papel dentro de la sociedad, nos han colocado como nación y sociedad ante la probabilidad de una implosión social y política, en un país que carece de las referencias necesarias para asumir y canalizar sus múltiples crisis. El desafío es encauzar las crisis positiva y creativamente, construyendo desde abajo un Estado de 47