Identidades Numero 3, Septiembre 2014 | Page 37

La supresión del color, además de evitar el pintoresquismo que ha caracterizado al tratamiento del folclor en buena parte de la plástica afrocaribeña, logra sugerir el adecuado ambiente de sobrecogimiento y misterio del entorno ritual. No buscaba simplemente exponer aspectos extraídos del mito o de las ceremonias, útiles a los cimientos de su poética, sino trata de explorar sus posibilidades semánticas para discurrir en torno al drama de la separación, la pérdida del complemento masculino, su consagración absoluta a una fuerza superior, el intercambio de almas entre el hombre y su tótem, que implica un “simulacro de muerte y resurrección” en el rito iniciático. La muerte y la resurrección están en las bases conceptuales de la propuesta de Belkis. La representación se convierte aquí en una forma de simulacro, que provoca fracturas y desplazamientos en el espacio y el tiempo mítico. La ausencia de boca en los rostros de los personajes no solamente connota secreto. Aunque en pocas ocasiones se hizo obvio que máscara y amputación formaban para Belkis dos aristas de una misma consecuencia, excepcionalmente, en una de sus últimas piezas: My Vernicle, o tu amor me condena (1998), una figura femenina se amputa dramáticamente el rostro como si retirara su enmascarado silencio. Es curioso que los Ïremes se asocien generalmente con la representación de un antepasado o de un difunto. Enmascaramiento y silencio, sinónimos de muerte o de un pasado oscuro que nos alcanza, dictaminan el bien y el mal desde lo ultramundano o desde la más mundana y terca intolerancia que suele regir la conducta de los vivos. En el preludio del final de su vida, las obras de Belkis, muchas de ellas con formato circular y composiciones que se arremolinan agitadas, exponen una poética intimista, una identificación alterna, de reclusión de sí misma como parte de la vida del mito, una evasiva renuncia y la adopción de una compostura de vivencia que convierte el mito como parte de una personal supra-realidad de la que participan ambos. El tratamiento de la memoria en el arte cubano se encontró ante el reto de abordar un tema cuya expresiones de singularidad definen un conjunto de análisis que se insertan entre la colonización y los problemas actuales de la sociedad contemporánea cubana. Frente a un presente que usurpa todo vestigio de orientación, la memoria se convierte en un sustrato ideológico emergente ante los imperativos y urgencias del presente: la historia nacional, las prácticas culturales ocultas en el tiempo, los bajos oficios y otras expresiones de las tradiciones culturales como parte de un patrimonio dormido de la identidad. La obra de Ernesto Pujol El vacío, es el enunciado de la contradicción arraigo-desarraigo de la memoria sometida a aproximaciones preferentemente diferenciadas, ya no en la descripción del trance migratorio, sino en el estatus del sujeto que se ha convertido en emigrante por determinadas 37