Identidades Numero 3, Septiembre 2014 | Page 31

Fue esto último lo que provocó que, en lugar de tratar de integrarlos, fueran perseguidos, denigrados públicamente, acosados y llevados en muchos casos, como medida ejemplarizante, a las tristemente célebres Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), la versión caribeña de los campos de concentración nazis que habían sido desmontados tan solo dos décadas antes en Europa. A estas “unidades militares” y bajo el término genérico de lumpen, fueron enviados delincuentes, religiosos y homosexuales, estos dos últimos sin haber cometido delito alguno, sino por no haber manifestado fidelidad incondicional o no ser convenientes al proceso. Sin distinción fueron sometidos a tratos crueles, inhumanos y degradantes. En la década de los sesenta fueron expulsados del sistema educativo los maestros y profesores que se sabía o sospechaba que eran homosexuales. Se satanizó a los de preferencias sexuales diversas y se les marginó por el totalitarismo inmovilista, intransigente y represivo denominado eufemísticamente Revolución. En 1980, durante el éxodo masivo por Mariel, presentarse en una unidad policial y declararse homosexual era credencial suficiente para ser incluido entre la “escoria” a la que el gobierno otorgó permiso de salida en centenares de embarcaciones venidas del norte a buscar familiares y amigos. Esa condición era equiparada a la de condenados por hechos de sangre u otros actos delictivos, junto a los cuales salieron de Cuba miles de homosexuales reales o fingidos por conveniencia. Se pretende que el embrión del Centro Nacional de Educación Sexual (CENEXEX) se remonta a 1962, pero ¿dónde estaban sus integrantes y qué hicieron contra los horrores de la UMAP y otras agresiones contra personas sólo por su preferencia sexual, tanto en aquella década como en las posteriores? ¿Qué hizo Vilma Espín, a la que se pretende adjudicar el surgimiento del movimiento oficialista a favor de los homosexuales, en todos esos años? Sociedad civil reconocida oficialmente y homosexualismo La vocación de control total del Estado cubano permea todas las denominadas organizaciones de masas y políticas, cuyas funciones se reducen a poleas de trasmisión de la voluntad suprema del líder. El CENESEX no escapa a ese virus institucional del control total, que hace mermar notablemente el impacto real de dichas organizaciones en la sociedad, sin que nunca resulte beneficioso para la población, a pesar de que esa falla de origen va acompañada siempre de un gran alboroto mediático sobre supuestos logros. Resultan realmente instituciones virtuales, similares a árboles secos que mantienen el tronco y ramas en las que pululan organismos parásitos, pero que han perdido el follaje y la vida propia. Un botón de muestra de la imposibilidad para individuos y grupos de desarrollar y mantener iniciativas locales de real impacto social, incluso dentro de organizaciones oficialistas, es el caso del homosexual paciente de VIH/SIDA Luis Manuel Leal, quien desde 1998 comenzó a laborar en el Centro de Higiene Municipal de San Antonio de los Baños, actual provincia Artemisa. En 2008 era ya Promotor de Salud titulado y en 2009 seleccionó coordinadores de salud en diversas escuelas, recogió autorizaciones de padres de estudiantes para llevarlos a bases de campismo popular del municipio y allí realizó actividades de prevención de las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS). Los directores de dichas bases entregaron cartas de reconocimiento de su labor y declararon que nunca antes se había dado prevención. Luis Manuel entregó las cartas a la directora del Centro de 31