Fue esto último lo que provocó que, en lugar de
tratar de integrarlos, fueran perseguidos, denigrados públicamente, acosados y llevados en muchos
casos, como medida ejemplarizante, a las tristemente célebres Unidades Militares de Ayuda a la
Producción (UMAP), la versión caribeña de los
campos de concentración nazis que habían sido
desmontados tan solo dos décadas antes en Europa.
A estas “unidades militares” y bajo el término genérico de lumpen, fueron enviados delincuentes,
religiosos y homosexuales, estos dos últimos sin
haber cometido delito alguno, sino por no haber
manifestado fidelidad incondicional o no ser convenientes al proceso. Sin distinción fueron sometidos a tratos crueles, inhumanos y degradantes.
En la década de los sesenta fueron expulsados del
sistema educativo los maestros y profesores que
se sabía o sospechaba que eran homosexuales. Se
satanizó a los de preferencias sexuales diversas y
se les marginó por el totalitarismo inmovilista, intransigente y represivo denominado eufemísticamente Revolución.
En 1980, durante el éxodo masivo por Mariel,
presentarse en una unidad policial y declararse
homosexual era credencial suficiente para ser incluido entre la “escoria” a la que el gobierno
otorgó permiso de salida en centenares de embarcaciones venidas del norte a buscar familiares y
amigos. Esa condición era equiparada a la de condenados por hechos de sangre u otros actos delictivos, junto a los cuales salieron de Cuba miles de
homosexuales reales o fingidos por conveniencia.
Se pretende que el embrión del Centro Nacional
de Educación Sexual (CENEXEX) se remonta a
1962, pero ¿dónde estaban sus integrantes y qué
hicieron contra los horrores de la UMAP y otras
agresiones contra personas sólo por su preferencia sexual, tanto en aquella década como en las
posteriores? ¿Qué hizo Vilma Espín, a la que se
pretende adjudicar el surgimiento del movimiento
oficialista a favor de los homosexuales, en todos
esos años?
Sociedad civil reconocida oficialmente y homosexualismo
La vocación de control total del Estado cubano
permea todas las denominadas organizaciones de
masas y políticas, cuyas funciones se reducen a
poleas de trasmisión de la voluntad suprema del
líder. El CENESEX no escapa a ese virus institucional del control total, que hace mermar notablemente el impacto real de dichas organizaciones en
la sociedad, sin que nunca resulte beneficioso
para la población, a pesar de que esa falla de origen va acompañada siempre de un gran alboroto
mediático sobre supuestos logros. Resultan realmente instituciones virtuales, similares a árboles
secos que mantienen el tronco y ramas en las que
pululan organismos parásitos, pero que han perdido el follaje y la vida propia.
Un botón de muestra de la imposibilidad para individuos y grupos de desarrollar y mantener iniciativas locales de real impacto social, incluso
dentro de organizaciones oficialistas, es el caso
del homosexual paciente de VIH/SIDA Luis Manuel Leal, quien desde 1998 comenzó a laborar en
el Centro de Higiene Municipal de San Antonio
de los Baños, actual provincia Artemisa.
En 2008 era ya Promotor de Salud titulado y en
2009 seleccionó coordinadores de salud en diversas escuelas, recogió autorizaciones de padres de
estudiantes para llevarlos a bases de campismo
popular del municipio y allí realizó actividades de
prevención de las Enfermedades de Transmisión
Sexual (ETS).
Los directores de dichas bases entregaron cartas
de reconocimiento de su labor y declararon que
nunca antes se había dado prevención. Luis Manuel entregó las cartas a la directora del Centro de
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