Identidades Numero 3, Septiembre 2014 | Page 30

Homosexuales cubanos: antecedentes, actualidad y retos clase y género en Cuba y el mundo Moisés Leonardo Rodríguez Profesor y activista cívico Artemisa, Cuba 30 C ada vez se escucha menos, entre los padres machistas cubanos, aquel decir que tantas veces escuché en mi niñez y juventud: “lo mato si me sale pájaro” [aquí pájaro es equivalente a homosexual]. Este dicho se repetía frecuentemente, pero hasta donde conozco no hay ni un solo caso de hombres o mujeres homosexuales muertos a manos de sus progenitores, aunque ello no quita a la frase la carga de discriminación acompañada de suprema ira contra los de preferencias sexuales diferentes. La “salida del closet” [esto es: que la propia persona reconozca públicamente su condición homosexual] de algún familiar, tanto varón como hembra, provoca en ocasiones la reprobación inicial por sus consanguíneos y en otras, la expulsión del seno familiar, pero cada vez son menos frecuentes estos casos. La simple observación del día a día y la conversación con algunos de ellos muestran una tendencia creciente a la tolerancia, a regañadientes o sincera, por los más allegados, aun cuando en algunos sectores poblacionales, sobre todo rurales, quedan individuos y grupos con las antiguas concepciones y conductas discriminatorias y hasta agresivas contra los homosexuales (homofobia). Desde el inicio de la revolución Si bien el discurso oficial dio p or resuelto el problema racial, el homosexualismo fue motivo de condenación y hostigamiento desde los primeros años del triunfo de la “revolución” y la estrategia para su “solución” pasaba por doblegar o eliminar a quienes no se ajustaban al tipo duro que debía ser el hombre nuevo, modelado por el muy machista Comandante Ernesto Che Guevara. Era imprescindible para el grupo en el poder mostrar unidad monolítica y uniforme, sobre la cual sustentar su permanencia sin someterse a las elecciones que habían prometido antes de 1959. Era posible anulando toda diversidad por absorción en las filas revolucionarias o demonizándolas al clasificarlas como contrarrevolucionarias o portadoras de rezagos del pasado. Los prejuicios raciales y las desventajas acumuladas por negros y mestizos no se contraponían al proyecto unificador de los totalitarios. Por ello los barrieron bajo la alfombra. Con el homosexualismo no ocurrió lo mismo. Las tareas “revolucionarias” no eran para los débiles, que era la imagen de los homosexuales en la época.