negros y mestizo fueron desterrados y condenados al ostracismo.
La falta de honestidad de estos intelectuales orgánicos no les ha permitido narrar los accidentes
provocados por el huracán revolucionario. Identificarse desde la negritud o la afrodescendencia incomoda a rancheadores y contramayorales, y se
ve como divisionismo ideológico. Se continúa
alargando el plazo. Durante más de cinco décadas
no ha habido ninguna oportunidad para contar la
historia de la nación desde otro ángulo. Los centros de poderes marginaron a quienes construyeron la sociedad cubana aún en contra de su propia
voluntad.
Quienes defienden la idea de que el tema racial es
problemática que amenaza la seguridad nacional,
apenas han defendido la creciente preocupación
por la ausencia de empoderamiento de ne gros y
mestizos en la economía emergente. Mediante
plataformas clientelistas como la Comisión José
Antonio Aponte, de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), se intenta administrar el conflicto. Para el economista Esteban
Morales, el tema racial es un conflicto que no se
puede aislar del diferendo Cuba - Estados Unidos.
Decir que se ha avanzado en la discusión del tema
no solo es una ficción política también es parte de
una fe cínica que se normaliza como ente exportable
Julián Cabrera ejerce la labor de trabajador por
cuenta propia como mensajero y nos comenta:
“A negros y mestizos la bolsa de trabajo se nos
hace difícil.
De nada vale que muchos seamos profesionales,
hayamos ido a la universidad, seamos militantes
del partido o de la juventud comunista para ocupar una labor con dignidad en la llamada economía emergente.
Estamos ausentes tanto en la estatal como en la
privada; somos confiables para tareas revolucionarias siempre que por nuestras manos no circulen divisas.
Para vigilar y reprimir conductas impropias, para
agitar a las masas desde el partido o del sindicato,
sí se cuenta con nosotros, pero para participar de
la riqueza continuamos siendo pasajeros indocumentados.
A los negros le dejaron la calle”.
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Tras el impulso del trabajo por cuenta propia, las
criadas de La Habana han regresado con fuerza a
las mansiones de las elites revolucionarias y los
nuevos ricos. Esas criadas suelen ser mujeres negras. La labor de carretilleros, figuras coloniales,
zapatero remendón, sereno, portero, vendedor de
útiles de limpieza, reparador de fosas, recolector
de materias primas y cuidador de baños públicos
han sido reservados para los negros, sin contar los
oficios de proxenetas, pingueros o mendigos.
Cristóbal tiene 61 años e invirtió parte de su juventud en el sector de la construcción. Se jubiló
en la empresa musical Ignacio Piñeiro. En 1970
se graduó como instructor de arte. Trabajó 11
años en un grupo folclórico del polo turístico de
Varadero, pero también participó de obras de choque revolucionarias como el desarrollo constructivo allí, la Villa Panamericana y el Hospital Miguel Enríquez. En muchas de ellas obtuvo la condición de vanguardia.