Identidades Numero 3, Septiembre 2014 | Page 103

que se sentía próximo a Fidel A. Castro Ruz o a la Revolución se establecía el temor a ser excluido del proceso, a ser relacionado con aquél grupo que, desde bien temprano, el castrismo asoció a lo peor y contra los cuales nunca sobraron calificativos denigrantes, siendo “gusano” el más conocido. Entre el arrobo y la violencia fue construido el blindaje de tan precaria síntesis intelectual, pero sus consecuencias fueron consagrando no ya un silencio coyuntural, sino otro mucho más orgánico, el del individuo que podía ver la paulatina degeneración de su existencia sin siquiera abrir los labios. La confrontación entre el revolucionario y el gusano tuvo una lógica simple. Fue la simpleza del castrismo y así de simple son sus condenas a muerte, prisión u ostracismo. En el pulso con el Estado, Fidel A. Castro Ruz o la Revolución, el individuo cotidiano siempre habrá de ceder, so pena de quedar como un antagonista. En los documentos oficiales reunidos en La callada molienda, las referencias a Fidel, la Revolución o el Estado dejan bien claro que su implicación en el proceso es absoluta y no hay condición alguna para considerar su fracaso, error o crueldad: “El magnífico momento de fortaleza política y unidad nacional, más el extraordinario futuro que se avizora con los más de 70 programas socioculturales de la Revolución… (…) La Revolución asegura que nadie quedará aba