por sus fuentes de trabajo, estudio y placer; todo
coincidía en el central azucarero, como se comprueba en el siguiente testimonio recogido por
Maylan Álvarez.
Gladys Abreu Cárdenas: “Aquí trajeron un día al
elenco de Palmas y Cañas, el programa estelar de
los campesinos. Maravilloso. Pusieron a la gente
que vino a cantar allá arriba, por el basculador.
Adornaron todo con cañas y la gente lo disfrutó
muchísimo. Se hacían unos bailables en el parque…Aquí hoy cuando cae la noche el central se
convierte en un pueblo fantasma. Nadie, nadie en
las calles. Y cuando había zafra tú veías los carros, la gente de aquí para allá, las luces, el pito
de las máquinas”.
Conmueve saber que muchas de estas personas, si
no la mayoría, recibieron la noticia del cierre de
los centrales cuando eran mayores de cincuenta
años, dificultados por la edad para emprender un
nuevo camino y con oficios demasiado específicos, imposibles de desarrollar fuera de las fábricas de azúcar.
El ingenio técnico cubano en el nuevo escenario
industrial posterior a 1959
La ruptura de las relaciones de Cuba con los Esta