sonas cuyo único pecado fue nacer con
la piel oscura.
Un poco de historia
Salvo las naturales diferencias impuestas por circunstancias de tiempo y lugar,
el proceso de conquista, colonización y
repoblación de Cuba no difiere, en lo
fundamental, de cualquier otro pueblo
del nuevo o del viejo mundo que fue
sometido, por la fuerza, a otro pueblo
más fuerte o de civilización más avanzada.
En Cuba se repite una vez más, a partir
del momento en que se incorpora como
colonia a la metrópoli española, aquello
que constituye, a través de la historia,
tanto para el salvaje primitivo como
para el civilizado de hoy, la razón o la
causa fundamental de toda gestión política o militar organizada con fines de
conquista: la explotación y sometimiento del pueblo vencido por el pueblo
vencedor y, por consiguiente, la expropiación de las riquezas de aquél.
La esclavitud no fue un fenómeno específico cubano y sus consecuencias no
difieren en el siglo XVI de aquellas que
vivió el esclavo griego en los tiempos
de Solón. La esclavitud es fundamentalmente un hecho económico, que permite a una pequeña parte de la sociedad
(la clase privilegiada) apropiarse del
producto del trabajo de otra porción
considerable de ella (la clase explotada).
El interés del esclavista, de la clase dominante, está encaminado a impedir el
paso del esclavo a todo aquello que
pueda redimirlo de su condición servil.
En este sentido está dirigida la política
de los esclavistas, tanto de los españoles
al principio como de éstos y sus descendientes cubanos, que se convertirían
en la aristocracia criolla denominada,
por los estudiosos de este período histórico, como la sacarocracia cubana, unidos en este interés común a esclavistas
extranjeros. La realidad económica que
incorpora al negro a Cuba determina los
procesos de su desarrollo político y social que no podían conducir sino a la
desastrosa situación que constituye hoy
su realidad social.2
El siglo XIX en Cuba estuvo influenciado por los acontecimientos que se
dan en América Latina y el Caribe. En
la colonia francesa de Haití se gesta,
después de una sangrienta lucha contra
el colonialismo francés, una República
gobernada por antiguos esclavos, mientras en las naciones vecinas latinoamericanas se daba el puntillazo final al
colonialismo español con la expulsión
de sus representantes y la proclamación
acelerada y continua de repúblicas independientes.
Esto generó miedo entre las clases beneficiadas por el sistema de plantación
cañero y ese miedo se sobredimensionó
por la cercanía geográfica. Se temía que
el ejemplo haitiano se expandiera por
toda Cuba y al descubrirse en 1812 la
conspiración encabezada por el descendiente de esclavos José Antonio Aponte,
se reprimió con brutalidad y ensañamiento para demostrar que no se iba a
permitir espacio a la rebeldía negra.
Como era de esperarse, treinta años
después la Conspiración de la Escalera
correría igual suerte.3
Ambas conspiraciones, a pesar de ser
reprimidas sanguinariamente, mostraron
la alta preparación de negros y mestizos
libres para visualizar líderes de acción y
de opinión (intelectuales). La ferocidad
con que fueron ejecutados sus principales figuras mostró a su vez la necesidad
de eliminar a la incipiente burguesía
negra, agrupada en determinados sectores de producción como las manualidades, y en proceso de integración en la
nación que se iba conformando.
En 1868 comienza el período de guerras
por la independencia, que finalizó en
1898 y en el cual los negros y mestizos
cubanos jugaron un rol fundamental.
Sin embargo, las diferencias por el color
de la piel siguieron marcando, dentro de
la manigua redentora, el papel que habría de tocar a quienes fueron esclavos
o descendían de ellos. La vida económi-
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