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Esto último hace particularmente rico el
texto y lo sitúa en la tradición de la
periodista italiana Oriana Fallacci con
su Entrevista con la Historia (1974).
Aquí dialogó con importantes líderes
mundiales y nos enseñó mucho sobre la
historia, costumbres, miserias y alturas
de la política en libro construido como
vitral y condensado en un solo haz de
luz. En un ejercicio de contraste
inmanente destaco tres diferencias del
libro de Bitar y Lowenthal por su
relevancia para los cubanos.
La primera es de propósito, porque este
libro constituye un caso académico a
partir de historias de vida política en
combinación soberbia de trabajo
intelectual y biografía con pocos
precedentes. La segunda es de
naturaleza, porque la variedad de
personajes e historias se erige sobre el
eje compartido de marcar una diferencia
importante en la construcción del bien
para comunidades más amplias,
corriendo sobre sus propias y
específicas circunstancias. La tercera es
que, pese a la riqueza diferente de la
historia, tradición y cultura entre los
países y sus respectivos líderes, todas
las transiciones manejan un menú
similar de conceptos, opciones y
variables que se combinan de manera
distinta para producir un resultado
similar: líderes y países que reconocen,
con cierta reticencia en algunos casos,
el pluralismo político, las libertades
fundamentales y los derechos humanos,
el Estado de derecho y las elecciones
libres y democráticas.
Un viaje por el liderazgo mundial en
los sentidos geográfico y cultural
Bitar y Lowenthal conversan con líderes
de primera línea: Fernando Henrique
Cardoso, Presidente de Brasil (19952003); Patricio Aylwin, Presidente de
Chile (1990-1994); Ricardo Lagos,
Presidente de Chile (2000-2006); John
Agyekum Kufuor, Presidente de Ghana
(2001-2009);Jerry
John
Rawlings,
Presidente de Ghana (1993- 2001);
Bacharuddin Jusuf Habibie, Presidente
de Indonesia (1998-1999); Ernesto
Zedillo, Presidente de México (19942000); Fidel Ramos, Presidente de
Filipinas (1992-1998); Aleksander
Kwasnieswski, Presidente de Polonia
(1995-2005); Tadeusz Mazowiecki,
Primer Ministro de Polonia (19891991); Frederik Willem de Klerk,
Presidente de Sudáfrica (1984-1994);
Thabo Mbeki, Presidente de Sudáfrica
(1999-2008) y Felipe González,
Presidente de España (1982-1996).
En cuanto a preparar la transición,
Cardoso veía como el centro de su
estrategia “no arrinconar a los militares,
sino inducirlos a que se acercaran al
proceso en busca de una salida” (1). Si
el asunto es poner fin a los regímenes
autoritarios, todos los entrevistados
coinciden en que no ceden poder hasta
que un sector importante dentro percibe
que la pérdida sustancial de apoyo
público puede llevar a consecuencias
nefastas o incontrolables.
Una clave que enfatizan estos líderes es
el modo de manejar la transferencia del
poder. Para conducir los destinos del
gobierno se necesita personal bien
preparado, técnica y políticamente,
frente a nuevas responsabilidades en
nuevos contextos que no deberían
invitar a la improvisación. González,
Mbeki y Mazowieccki subrayan la
necesidad de mantener algún personal
de los regímenes anteriores, porque la
gobernanza actual es más compleja y
requiere competencias, habilidades o
conocimientos que, por razones obvias,
no abundan en los actores democráticos
de la oposición. Tal elemento es
importante
para
estabilizar
e
institucionalizar
las
democracias
emergentes.
Crucial para entender e impulsar el
proceso en Cuba es que todos los líderes
consideraron importante aprovechar las
oportunidades de avanzar, aunque sean
parciales, antes que rechazar el progreso
gradual con la esperanza de poder
llegar, más adelante, al cambio más
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