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El camino de la Democracia en Cuba

¿ Sabemos transitar?

Manuel Cuesta Morúa Historiador y politólogo Portavoz del Partido Arco Progresista Coordinador Nacional de la Plataforma Nuevo País Miembro del Comité Ciudadanos por la Integración Racial( CIR) La Habana, Cuba

E s probable que la pregunta esté mal planteada desde el punto de vista de la riqueza real de los acontecimientos históricos y desde el fracaso humano cada vez que hemos intentado imitar a Dios. Las transiciones políticas suelen darse sin ningún control y los hechos pueden girar, cambiar, retrasar o simplemente posponer lo que nos parece inevitable. ¿ Y qué comentar del azar? La nariz de Cleopatra, que se dice cambió el curso de la historia romana, o la cacería de Trotsky, que al resfriarlo impidió estar presente a la hora y lugar apropiados donde se definió, sin su participación, el curso de la revolución rusa. ¿ Habría sido distinta la historia en mayúscula de Roma sin el impacto libido de la nariz de Cleopatra? ¿ Podría haber evitado Trotsky el curso totalitario de Rusia en 1918 si no hubiera sucumbido al gusto aristocrático de cazar patos en medio del bullicio revolucionario? La historia contra fáctica tiene el mérito de demostrarnos que, si no podemos cambiar el curso, el pasado siempre estuvo cargado de posibilidades cuyo desarrollo habría conducido la historia por cauces si no distintos, al menos con otras combinaciones. Saber lo que no fue, pero pudo ser, tiene otra arista ligada al futuro: las opciones están abiertas en lo adelante. La tentación de hacer sin saber en materia política, más aún frente a los grandes cambios, es fuerte en amplios segmentos democráticos, casi por la intuición de que, dada la imposibilidad de controlar, desde el conocimiento, todos los hechos posibles, al menos posible es controlar nuestra voluntad de producir hechos y, de paso, la realidad para los cambios de la transición. Y aquí la paradoja. Saber la transición es imposible, pero producirla sí es posible con el control que nuestra voluntad puede ejercer sobre los hechos presentes para guiarlos hacia el futuro. La voluntad pretende entonces que conoce, pero se aferra solo a la porción de realidad que satisface las determinaciones de su voluntad y desdeña el resto que las contradicen. Y como en toda transición o cambio histórico el liderazgo es inevitable, la importancia de la voluntad adquiere significación central para quienes conducen o pretenden conducir el cambio político. Saber es importante. Saber limitado o saber amplio, no importa. Lo que parece reivindicado para quienes intentamos participar en procesos de transición es que conocer la transición resulta clave para guiar la propia en el tiempo y lugar que nos corresponde. Qué y cuánto sabemos marca la diferencia, incluso conocer el papel del azar. La relación entre conocimiento y creación de los procesos en materia política es más escurridiza, porque las diferencias entre las distintas transiciones son tan significativas que tienden a desfigurar sus trazos comunes. Así se abona el terreno para los experimentos de la

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