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mas también arremetiendo duramente
contra todo el atraso que acumularon
por causa del prolongado despotismo.
Ejemplos en nuestro continente
Se podría aventurar que las dictaduras,
y esta vez de derecha, que tanto
abundaron
en
Latinoamérica,
curiosamente también repitieron el
mismo intrínseco patrón de las
dictaduras
totalitarias
que
se
derrumbaron en Europa Oriental. Como
ellas, ante el trastorno y radical fin de
un escenario mundial que les daba
aliento (el fin de la Guerra Fría), una
tras otra, todas las dictaduras
militaristas
de
derecha
fueron
disolviéndose desde dentro. ¿Se puede
describir el mismo comportamiento para
explicarse, treinta años antes, el fin de
la dictadura de Trujillo en República
Dominicana?
Era
un
régimen
autoritario- caudillista de derecha, mas
con grandes rasgos de totalitarismo de
izquierda: monopartidismo, policía
política, sistema judicial y represivo que
violaba a capricho del dictador los
derechos de cualquier ciudadano,
control absoluto de la prensa y los
medios de difusión informativa, del
libre tránsito… Además, mediante el
terror establecido, había un solo punto
de vista ideológico sobre el país y su
destino,
representado
por
un
esperpéntico “Pensamiento Trujillista”,
aunque quizá pocos puedan explicar con
cierta coherencia sintáctica qué significa
eso.
Intentando delimitar un esquema muy
simple de comportamiento general, se
puede aventurar que la causa del fin de
la inmensa mayoría de estos regímenes
de nuestro hemisferio no fue resultado
de la acción organizada y decisiva de
las fuerzas civiles opositoras, el triunfo
armado de un ejército rebelde ni una
intervención de fuerzas pacificadoras
extranjeras.
Argentina, Chile, Uruguay, El Salvador,
Honduras, Guatemala, Brasil y otros
cursaron ese rumbo desde el mismo
centro del poder. Al cesar los factores
determinantes de sostenimiento interno
y externo que las sustentaban, las
dictaduras se fueron deshabilitando y
los ejércitos volviendo a los cuarteles. Y
lo más importante, pese a muchos
horrendos crímenes, torturas y abusos a
los Derechos Humanos, todas las
naciones que los sufrieron prefirieron
por mayoría hacer borrón y cuenta
nueva y posponer para un distante
futuro cualquier campaña generalizada
de justicia contra los criminales. Por
cruel e injusto que aún parezca con las
víctimas, eligieron recomenzar otra vez
a curar el país antes que sumirse en
inmediata persecución y enjuiciamiento
de tantos criminales y colaboradores.
El adversario político versus futuro
cubano
Pese a la singularidad y vehemencia que
se le otorga al caso isleño, este fatigoso
resultado de estancamiento nacional no
es inusual. Ya se ha traído a recuerdo
que casi nunca los pueblos bajo el
socialismo real pudieron quitarse de
encima algo semejante. Sólo la
reversión de un factor determinante
interno, externo o ambos, cambió
repentinamente esa estancada situación.
Y con ello se revelaron cambios latentes
en
la
sociedad,
disimulados,
insospechables, mas apenas contenidos.
En el caso cubano, hay particularidades
que la observación llama a convocar. El
castrismo tuvo éxito en establecer los
lindes ideológicos de una realidad
nacional que el mismo régimen se
encargó
de
hacer
hasta
irla
transformando en un infecto corral
porcino. Pese a ser un valioso factor de
resistencia moral ciudadana frente a la
tiranía militar, la oposición pacífica
cubana no logra fraguar un consenso de
rechazo nacional contra el rumbo que
lleva el país. Además, no sabe dejar
fuera de sí la limitada visión de la
realidad nacional establecida por el
régimen.
En general, y aunque parezca una
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