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quizás las más curiosas fue la muestra
colectiva en la Sala de la Diversidad
(Fototeca de Cuba, Habana Vieja) que
se tituló Mensajero de Ochún sobre la
base de la imagen de Fidel, tomada por
José Agraz, con la paloma sobre su
hombro, que el pueblo interpretó como
bendición.
La iconografía histórica posicionó a
Fidel como líder indiscutible y máximo
soberano de la revolución, tocado por la
gracia divina, pero sabemos que la
personalidad se fabrica y las influencias
también. Hay una foto que muestra a un
Fidel de rostro afable, posando al lado
de una imagen de la Virgen de la
Caridad del Cobre, Patrona de Cuba.
Nada más demostrativo de su doble
moral. Tras el triunfo revolucionario, la
religión y los religiosos acabaron siendo
objeto de ultrajes en los barrios, las
escuelas y los centros laborales. Muchos
fueron recluidos en los campamentos
UMAP para realizar trabajo forzados en
la agricultura.
¿Tiempos de cambio?
Así y todo, el imaginario popular viene
ampliándose a otras celebridades por
obra y gracia de la televisión, por
ejemplo: las estrellas del fútbol
internacional que aparecen en los
partidos de las ligas europeas
transmitidos por el canal TeleRebelde.
Así vemos cómo Leonel Messi y
Cristiano Ronaldo provienen de estratos
humildes, pero —como en el cuento de
La Cenicienta— se han vuelto ricos y
gastan a todo tren. Sin perjuicio de su
esfuerzo personal y el talento, ambos
son máquinas de hacer dinero en
negocio que aporta seguros dividendos
a los inversores.
Los cubanitos persiguen el sueño de ser
como ellos en un país donde las
probabilidades son nulas. No hay
canteras de talento locales ni
disposición a formar equipos que
puedan
competir
en
ligas
internacionales. Sencillamente no hay
dinero para este deporte ni mucho
menos patrocinadores que apuesten por
el balompié.
Al fijar como ídolos a estos deportistas,
el carisma juega un papel esencial y las
actitudes derivadas rigen el
comportamiento de los jóvenes, que
intercambian videos, aprenden tácticas
y estrategias, ponen fotos en celulares y
descargan información en WiFi para
abundar en detalles de las vidas
privadas de las estrellas del balompié.
Sus parejas son el estándar de las
féminas perfectas.
Enseguida se nota quiénes disfrutan de
alto estatus entre esos jóvenes. Son
aquellos que visten uniformes de tal o
cual liga extranjera y calzado deportivo
de marca, igualito que sus ídolos. Los
jovencitos de familias pobres deben
conformarse con sufrir y jugar con lo
que tengan. Así crecen los malestares
por constatación de diferencias que
propician el síndrome del Príncipe y el
Mendigo.
Mientras se honra al viejo patriarca, la
apropiación de mitos y valores foráneos
es la clave del gusto en la juventud que,
supuestamente, será el nuevo puntal
sociopolítico y socioeconómico del
régimen patriarcal en su continuidad
histórica. Las consecuencias serán
trágicas si no se rescata el ideario y la
cultura desde las raíces de la cubanidad.
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