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Observatorio Nacional sobre la discriminación racial. Comentó que Díaz Canel no accedió y contrapropuso reunirse mensualmente con la comisión y conocer los programas elaborados por ella. Feraudy comentó que los programas de lucha contra la discriminación racial se dirigen a tres sectores: educación, familia y medios de comunicación. En otro momento del programa dijo que había que asumir el tema, porque no se podía “dejar el debate a la subversión” y que otras asociaciones venían dedicándose al problema, pero discutiéndolo “lepe-lepe”. El gesto de menosprecio que acompaña su definición no es bien comprendido por la conductora, quien agrega “discusión de catarsis” y repite: “discusión de catarsis” La repercusión de este segundo programa se puede analizar a través de la mirada de un periodista afrocubano4 a cuatro puntos cardinales: 1. Los especialistas convocados “[Los] ‘intelectuales’ Heriberto Feraudy, Jesús Guanche (presidente y miembro de la Comisión Aponte, respectivamente), Rodrigo Espino (jefe de investigación del Instituto Juan Marinello) y José Luis Estrada (jefe de redacción del periódico Juventud Rebelde), protagonizaron lo que durante 60 minutos insistirían en llamar "debate", pero que terminaría siendo un juego malabar para decidir "cómo llamarían a los negros" sin emplear, según el consenso de los cinco conjurados, un lenguaje colonial racista heredado”. El articulista escribe ‘intelectuales’ porque considera que son funcionarios que respaldan la política oficial sobre el tema en cada una de sus instituciones y no verdaderos intelectuales libres. Para hablar de las exclusiones a la hora de convocar especialistas puntualiza: “Allí no estuvieron quienes en los últimos 15 años, para fijar un punto de partida cualquiera, han sido más que activistas, pensadores y propiciadores de espacios, criterios polémicos y abundante literatura sobre raza y género. Allí no se incluyeron, por citar solo tres ejemplos intelectuales, a Tomás Fernández Robaina, a Víctor Fowler o Roberto Zurbano”. 2. La falta de representación afrocubana en el Comité Central del PCC “La fórmula es simple; si los negros cargamos con la peor parte de la desventaja social acumulada, criterio consensuado por los sentados en torno a la mesa de ayer, no es difícil concluir que los negros se las verán negras para acceder a cualquier forma de poder político en pos de transformar sus realidades socioeconómicas. Es decir; el capítulo continuará”. 3. La exclusión de todas las restantes asociaciones y activistas “Vender a la Comisión Aponte como paradigma de "activar cátedras y planes de acciones pedagógicas" para ventilar el tema del racismo fue el clímax del secuestro… Que Díaz-Canel "se halla encargado personalmente [narró Feraudy] de monitorear mensualmente el plan de acciones de la Comisión Aponte, entre ellas, la inclusión de un programa en los contenidos del Ministerio de Educación Superior", es a todas luces indicativo de que no habrá autonomía de pensamiento crítico”. Se llama la atención sobre el privilegio de la Comisión Aponte para aparecer como la única organización válida en el país para tratar el tema, mientras se invisibilizan las demás, como la Cofradía de la Negritud y el Comité Ciudadano por la Integración Racial, además del movimiento hip hop dedicado a levantar el problema de la discriminación racial en las comunidades. La línea oficial sólo reconoce la necesidad de cambios culturales. Las desigualdades sociales de los afrocubanos de períodos anteriores y agravados desde los años 90s quedan menos visibles y sin análisis de acciones concretas. 4. La autonomía del movimiento antiracista “El supuesto "diálogo no separado", en palabras de Arleen Rodríguez, servido ayer en la Mesa, no merece siquiera ser extendido más allá de significar la evidencia de que el Estado sí lo controla todo y que no se permitirá, mientras dure su concepción del mundo, ceder un ápice de su monopolio sobre los espacios públicos”. 20