inacabable agonía . Negro imperdonable sería el disidente Orlando Zapata Tamayo , por su alevoso intento de dañar la imagen de la Revolución con su muerte tras más de ochenta días de huelga de hambre en la cárcel en 2010 . Tan imperdonable que , pese al reconocimiento de organismos internacionales como prisionero de conciencia , fue acusado en vida y póstumamente de ser un “ delincuente común ” 6 . El finado escritor Jorge Valls afirmó en sus recuerdos del paso por las cárceles cubanas ( 1964-84 ): “ Los negros eran objeto de un trato especialmente malo : ‘ tú , negro — decía el vigilante — ¿ cómo pudiste rebelarte contra una revolución que está haciendo seres humanos de ustedes ?’. Siempre acababan con más golpes y pinchazos de bayoneta que los demás ” 7 .
La distinción cardinal Si algo distingue al racismo revolucionario de su variante tradicional es su pragmatismo . No reconocer todos los derechos a un grupo humano no significa renunciar a utilizarlo en beneficio propio más allá del simple rédito económico . Explotar el valor simbólico de ciertas concesiones no garantiza la igualdad , pero la simula con bastante eficacia . Y la Revolución , ese ente que funciona como sobrenombre de algún Castro , no es sólo es responsable de que la población negra tenga dignidad , sino también la única garantía para conservarla . Así , en las primeras horas de la invasión a Bahía de Cochinos , Fidel Castro firma un comunicado llamando a combatir a los invasores que “ vienen a quitarle al hombre y la mujer negros la dignidad que la Revolución les ha devuelto ”, mientras “ nosotros luchamos por mantener a todo el pueblo esa dignidad suprema de la persona humana ” 8 . En el interrogatorio a los negros de la brigada invasora , Castro cuestionó los ideales de quienes luchaban “ contra una Revolución que ha establecido la igualdad social , y que le ha dado al negro el derecho a la educación , el derecho al trabajo , el derecho a ir a una playa y el derecho a crecer en un país libre , sin que se le odie y sin que se le discrimine ” 9 . Ese enfrentamiento epidérmico y retórico al racismo servía también para contrastar el igualitarismo de la naciente Revolución contra unos Estados Unidos que todavía se debatían contra la segregación racial en el sur . Castro se permitía hablar compasivamente de “ los negros semi-esclavizados de Estados Unidos ” 10 en contraste con los cubanos . Todo conflicto entre raza y nación se resolvía con dos frases : una de Martí y otra de Maceo . Diseccionada en un seminal ensayo de Enrique Patterson 11 , la de Martí : “ En Cuba no hay temor a la guerra de razas . Hombre es más que blanco , más que mulato , más que negro ”, quedaba contraída por la rutina política a un “ cubano es más que blanco , más que mulato , más que negro ”. Y la de Maceo : “ quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre , si no perece en la lucha ” ( el político cambió “ apropiarse ” por “ apoderarse ”) ni siquiera mencionaba el tema racial . La única frase de Maceo presente en el repertorio político cubano dejaba claro que la principal preocupación del más importante prócer nacional de ascendencia africana era el peligro de intervención extranjera . El racismo cubano debía resolverse pues entre cubanos y , como se sabe , cubano es más que blanco , más que negro , más que …
El paso del tiempo La acumulación de problemas sociales de todo tipo en la sociedad cubana ― entre ellos la fusión entre los remanentes del racismo tradicional con la práctica del racismo revolucionario ― no atenuaba la idea de que toda crítica tenía su origen en los cuarteles generales de la CIA . Si en el presente las condiciones de vida de los afrocubanos no dan señales de mejorar , al Ministerio de la Verdad local siempre le quedará el recurso de empeorar el pasado . Mientras que en enero de 1959 no existía para
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