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porque deja atrás la ideología, sacándola
de los lugares donde forzadamente se
introduce y que llevan, en no pocas
ocasiones, a lo que se llama el problema
deliberativo: el prevalecimiento de
individuos con preferencias sobre los
ciudadanos con juicio.
Este dilema deliberativo está muy bien
tratado, según Cavalier, en el libro de
un colega suyo, Mickey Edwards, Los
partidos versus el pueblo, con subtítulo
muy sugerente: cómo hacer que los
republicanos y los demócratas se
vuelvan otra vez estadounidenses.
La intervención de Palous fue crítica e
instructiva. Para él, los autores y
controladores
de
la
democracia
deliberativa no explican cómo aplicar
este modelo en países totalitarios.
Palous cree que esto solo es posible
después del cambio. Y pasa a exponer
dos ejemplos de su propia experiencia
en la entonces Checoslovaquia. Primero
fue la de Carta del 77. En ese momento
un grupo de personas le pidió al
gobierno el inicio de un diálogo sobre
derechos humanos. Y la respuesta fue
negativa, pero algo empezó entre la
ciudadanía en sí. Se rompió el silencio y
se crearon ciertos espacios públicos.
Quienes tuvieron el valor, la razón o la
motivación para entrar en este tipo de
espacios, lo hicieron y así empezó algún
tipo de diálogo, en la época
prerrevolucionaria, que tuvo efecto
enorme después.
Por otro lado, un aspecto muy
importante de esta situación antes de la
revolución es el elemento internacional.
Porque en estos debates se involucraba
a los ciudadanos del país ─el gobierno
no escuchaba─ y también la comunidad
internacional. Recordemos que era el
momento del proceso de Helsinki. Y
todo esto es bueno que los amigos
cubanos lo tomen en cuenta. Hay
procesos internacionales y factores
interestatales que son muy relevantes y
surten efecto en la eficacia y el
resultado de estos diálogos. Recordaba
Palous que abogados de la Escuela de
Derecho de Praga, por supuesto que
asociados al gobierno, trataron de usar
muy seriamente el clásico argumento
clásico
de
que
los
acuerdos
internacionales
solo
implican
obligaciones internacionales; es decir:
que artículos y legislaciones de otras
comunidades internacionales no se
podían usar como fuente de derecho
para los ciudadanos checoeslovacos.
Eso fue un asunto muy importante que
tuvo
que
ser
deliberado
internacionalmente y, según Palous, las
actuales deliberaciones entre Estados
Unidos y Cuba, y el de Cuba con la
Unión Europea deberían contener este
elemento de legitimidad del derecho
internacional lo más posible. Aquí la
clave aquí estriba en legitimar la
participación del proceso ciudadano y la
posibilidad o la eficacia de los
representantes de la sociedad civil.
El segundo punto de Palous toca la era
posrevolucionaria e informa sobre un
elemento que tuvo un impacto
importante cuando se empezó a trabajar
la constitución de la nueva república
checa. Los normativistas conocen ese
concepto como revolución legal.
Significa que hay una discontinuidad en
la ley. Cuando hay orden legal, la nueva
ley básicamente toma poder sobre la
vieja y eso prueba que hay una
continuidad de leyes. Todas las leyes
están en vigor hasta que se reemplazan,
Martin Palous
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