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de Chocolate,16 conocido en Estados Unidos
como The Cuban Bon Bon.17
Pickens comprendió que Chócolo no necesitaba
tantas lisonjas, porque el mundo entero conocía
su grandeza como boxeador. Para Battalino era un
honor cruzar guantes con él. Pickens sentenció:
“Y es que la restricción del elogio no siempre
daña [a quien no lo recibe directamente]”.18 Precisamente, Marco consideraba a Chocolate “un
orgullo legítimo de Cuba porque era grande en
ese arte impuesto por la civilización yankee”,19 lo
cual muestra que tenía un criterio afín con Pickens.
Es legítimo que Pickens se queje —con cierta ironía— por la poca consideración que le dispensaron los especialistas neoyorkinos a su ídolo. Sin
embargo, su apasionamiento no le permitió reconocer que Choco no podía despertar ninguna confianza para los cronistas deportivos norteños, porque no se había cuidado lo suficiente, pese a las
reiteradas advertencias de Pincho, y perdió su
forma física como consecuencia de llevar una
vida harto licenciosa, plagada de aventuras sexuales con mujeres de todos los calibres y fidelidad a
la bebida.
Ese fue el peso de la fama que sus hombros sostenían con tanta dificultad, puesto que antes no
tuvo nada y ahora lo tenía casi todo. El mundo
estaba a sus pies y lo vivió con intensidad, pues
no sabía hacerlo de otro modo. Martin fue más
objetivo que Pickens al referirse al desempeño de
Chocolate durante el segundo semestre de 1930;
pero llama la atención y resulta paradójico que
ningún cubano (Marco, Roche, Guillén ni Urrutia) se expresara sobre este asunto en Ideales de
una Raza. Se escondieron detrás de los criterios
de Martin y Pickens para no verse precisados a
hacer leña del árbol caído. Tampoco profirieron
palabras de ánimo a su ídolo consentido, al cual
concebían más racial que nacional. Ahí palideció
la imagen iconoclasta de esta plana.
Chocolate era el boxeador más talentoso que tenía
Pincho en su cuadra (como era denominada su
agrupación de pupilos),20 pero también fue un
hombre público muy admirado. Su carisma, elegancia y buen gusto en el vestir caló tan profundo
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que su presencia en Broadway, tras perder su invicto ante Berg, fue suficiente para detener el tráfico.21
Gracias a su figura atlética posó desnudo en fotos
artísticas que quedaron para la historia. Carlos
Gardel, el zorzal criollo, le dedicaba sus canciones y el Trío Matamoros no se quedaba atrás para
congratularlo. En Cuba hizo el saque de honor en
un partido de fútbol. Por eso la población no
blanca cubana y estadounidense mostraban tanto
orgullo ante el muchacho del Cerro. Algunos en
demasía, por parecerse a él epidérmicamente
dada la similitud del color de la piel. Y así construyeron a su ídolo considerándolo propio —y en
ocasiones exclusivo— a pesar de los reclamos del
otro (los blancos) que no lo concebían tan distante.
Notas:
1-Eligio Sardiñas Montalvo nació el 28 de octubre de 1910 en la barriada de El Cerro, La Habana. En el boxeo rentado (denominado profesional) debutó siendo todavía adolescente y tomó
parte en 136 combates. Ganó 120 (44 por K. O.),
empató seis y solo fue derrotado en diez. Obtuvo
dos títulos mundiales: Junior ligero (Julio 5 de
1931 hasta 1933, World Junior Lightweight) y
Pluma (Octubre 13 de 1932 hasta 1933, N. Y. S.
C. Featherweight). Falleció el 8 de agosto de 1988
en El Cerro. Véase Elio Menéndez y Víctor Joaquín Ortega, El Boxeo soy yo, pp. 241–246. Otra
estadística indica que fueron 151 peleas, con
saldo de 135 triunfos (50 por fuera de combate),
seis tablas y diez reveses. Ver Georg e Diaz Smith,
“Boxing: RSR Looks Back at the Legendary Kid
Chocolate”,
http://www.ringsidereport.
com/Smith292005.htm (Febrero 9 de 2005).Otra
compila 146 pleitos con 131 victorias (51 knock
out); nueve igualadas y seis derrotas. Ver “Kid
Chocolate”,
http://www.ibhof.com/chocolate.htm
2-Según George Diaz Smith, pero en el sitio web
Hickok Sports Biographies, el texto “Chocolate,
Kid [Eligio Sardinias] Boeing” asevera que ganó
más de 100 peleas como amateur. http://www.hickoksports.com/ biograph/ chocolat. html En El