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sociated Press, denominó a Kid Chocolate “el cubano más brillante que había ido a Estados Unidos en aquellos momentos”.
En ese planteamiento de Wright se inspiró el columnista Gustavo Urrutia para escribir “Chocolate, el cubano más brillante” (Diario de la Marina, 2 de septiembre de 1929). Para Urrutia, Kid
“era un prototipo de joven negro y bello porque
su belleza era física y moral”. Confesaba “no haberlo visto todavía en el ring, pero se imaginaba
su cuerpo negro y armonioso, nervioso, ágil de
piernas, ligero de movimientos coreográficos,
como que en él reside el sentido rítmico innato de
su raza. Su sola presencia en el tablado debía ser
un espectáculo delicioso, iluminado por su sonrisa inteligente y bondadosa. Ante la admiración
universal Chocolate pensaba en su patria, en su
origen humilde, en su madre y en Pincho a quien
debía todo. Kid era el orgullo de Cuba y de todos
los cubanos”. Por eso Urrutia lo miraba “con admiración y gratitud debido a su contribución a la
felicidad de Cuba. Sin embargo, cabía preguntarse ¿qué representaba su ejemplo para los que
pregonaban la inferioridad del negro? ¿Aceptarían ellos la derrota de su tesis o lo tomarán en su
delirio, por la reencarnación de un alma blanca
que volvió a este mundo castigada?”.8
En términos semejantes se expresó el periódico El
Camagüeyano en su editorial “La lección que enseña ‘Chocolate’” (Septiembre 15 de 1929). El
editorialista definió por democracia “el régimen
que establece una igualdad de oportunidades para
todos los ciudadanos y retribuye después a cada
uno en proporción con sus méritos y con la expresión en que hayan demostrado esos méritos. A su
modo de ver, la democracia debía ser bendecida
porque había sido capaz de convertir a Eligio Sardiñas Montalvo, hijo infeliz de la menesterosa
Encarnación, en ídolo de su pueblo y en gloria del
deporte internacional”. Su semblanza de Chocolate planteaba que “este astro del boxeo fue un
producto auténtico de la verdadera democracia y
constituía un ejemplo muy hermoso, edificante,
educador y trascendente para todos los cubanos,
especialmente los negros. Y se preguntaba ¿no resulta una enseñanza altamente patriótica la que
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daba aquel negrito del Cerro demostrando con la
elocuencia de los hechos gloriosos las ventajas de
la fe del esfuerzo, de la constancia y de la moralidad?”.9
Nicolás Guillén se insertó en el debate sobre la
connotación social que irradiaba el Gran Campeón de Cuba y escribió “La humildad, Kid Chocolate y el Señor Lavié” (Septiembre 15 de 1929)
para comentar el artículo “Blanco y negro” (Diario de Cuba [Santiago de Cuba], 4 de septiembre
de 1929), en el que Nemesio Lavié tomó como
punto de referencia a Chocolate para expresar sus
opiniones sobre el tema étnico cubano, entre ellas
que “no estaba de acuerdo en elogiar a los negros
por destacarse a nivel social ni aplaudir a cualquier entidad que los acoja como socios porque la
inteligencia y la virtud no son patrimonios del color de la piel. Y aseveró que muchos negros como
Urrutia y sus colaboradores se afanaban en demostrar inferioridad”.
Guillén manifestó su desacuerdo con tal sentencia
y apostilló que Ideales de una Raza “era una página de afirmación negra y cubana cuyos intelectuales no se creían inferiores ni se esforzaban en
demostrar una humildad inexistente. En ella se
planteaban todos los problemas que afectaban a la
raza de color cubana sin tapujos porque estaban
tratando de crear un movimiento de compenetración entre todos los factores que integraban su
composición social afines por intelecto y educación para echar los cimientos de una “raza cubana” libre de prejuicios”.10
Chocolate se había convertido en un símbolo nacional, no solo por sus acostumbrados triunfos deportivos, sino también como consecuencia de la
construcción de una imagen que cada día ganaba
mayor fuerza mediática. En 1929 Cuba vivía con
mayor fuerza la Chocomanía. En mayo de ese
año, la Comisión Nacional de Boxeo lo proclamó
Campeón de Cuba en la división pluma. A principios de octubre, El Kid y Pincho vinieron a Cuba
y fueron recibidos como héroes. La institución capitalina Unión Fraternal ofreció un banquete para
homenajearlos, que fue reseñado de modo humo-