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impío al esparcir errores y suscitar guerras y persecuciones contra toda manifestación de carácter
religioso. Con la visita de su santidad el papa Juan
Pablo II en 1998, las fechas significativas del calendario cristiano salieron del enclaustramiento y
así el 25 de diciembre, día en que todo el universo
cristiano celebra la Natividad, las procesiones
volvieron a ocupar las calles de Cuba.
Desde aquel entonces hasta la actualidad se incrementó la feligresía. Sin embargo, el régimen comunista continúa creyendo que la libertad religiosa es una dádiva y no un derecho inalienable,
como se demuestra con que aún los cultos sincretistas no son considerados religión, sino conjunto
de tradiciones y creencias.
La piedra angular de esta polémica radica en la
frecuente subordinación de la religión a la política. La burocratización de entidades religiosas es
resultado de mecanismos políticos encaminados a
establecer cierto control sobre los congregados.
Esto lo padecen con mayor gravedad los cultos en
cuestión y las religiones protestantes. En uno y
otro caso, la labor apostólica individual y colectiva cae abrumada bajo el peso de un trabajo administrativo complicado y opresivo.
Este mecanismo gubernamental ha cumplido su
cometido al mostrar, ante la opinión pública internacional, el proceso político que se desarrolla
en Cuba como régimen redentor de los pobres y
defensor de la libertad de credo. Tal estratagema
ha tendido un velo sobre el propio pueblo e impide desmitificar los falsos mesianismos y mecenazgos que constantemente anuncia el régimen
en materia de religión: los perseguidores de ayer
se disfrazan de redentores hoy.
Así sobrevienen violaciones de diversa índole,
entre ellas el irrespeto al culto de las deidades del
panteón yoruba. Hoy se ofrece un tambor de fundamento lo mismo a Changó que al finado presidente de Venezuela Hugo Chávez, a Fidel Castro
o a la liberación de los tres oficiales del MININT
encarcelados en los Estados Unidos.
La realidad mayor es que la inmovilidad continúa
haciendo presa del sistema, a pesar de que algunos analistas enuncien posibles cambios. Los espacios de asociación y participación permanecen
contenidos bajo un cúmulo de presiones políticas
y el alma de la nación cubana continúa siendo privada de sus más elementales e inalienables derechos, incluso en materia de religió En estos días,
de franca decadencia para el inamovible gobierno
revolucionario, hemos estado notando, en La Habana, ciertos síntomas de mejora económica entre
ciudadanos negros y mestizos. Puede parecer
contradictorio, pues se trata de quienes han sido,
durante demasiado tiempo, pobres entre los más
pobres, obligados generalmente a optar por los
empleos menos demandados y peor pagados.
De momento, parece ser una tendencia que se observa apenas en segmentos de población bien demarcados. Y estaría de más aclarar que nos referimos a una percepción visual, a la que tratamos
de hallarle explicación en forma empírica, sin que
medien estudios ni encuestas especializadas, que
resultan prácticamente irrealizables al margen de
los controles oficiales.
No obstante, quizás baste con agudizar la mirada,
sin condicionantes previas, para advertir que algo
se mueve en el estatus de estos ciudadanos que
años atrás —incluso antes del llamado Período
Especial— evidenciaban a simple tiro de ojo estar
tocando fondo en la pobreza.
Como quiera que la situación económica continúa
siendo muy crítica y, en rigor, no podría afirmarse
que la generalidad de los cubanos viven hoy mejor que en décadas anteriores —en especial aquellos que no han podido hallar fuentes de ingresos
fuera de las estructuras estatales—, tal vez la
única manera de entender esas mejoras entre ciudadanos negros radique en el vuelco que están intentando darle a su ya vieja y enquistada dependencia del Estado.
Lenta, pero progresivamente, en la medida en que
las circunstancias fueron imponiéndose, se les ha
visto desvincularse de sus empleos con el gobierno para intentar abrir brecha en la gestión individual y el trabajo por cuenta propia.
Y si no es erróneo lo que se percibe en cuanto a
mejoras económicas entre muchos de ellos (aunque sean modestas y hasta relativas), éstas podrían deberse a que finalmente comprendieron
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