IDENTIDADES 1 ESPAÑOL Febrero 2017 | Page 60

administrador hasta quien ayuda a colocar la mercancía, que en nuestro caso no es empleado de la tienda. Le pagamos entre todos con alguna calderilla o con pollo. Este tipo de mercancía, como el pollo congelado, a veces es trabajosa, porque al manipular uno se ensucia el uniforme. En muchas ocasiones ese pollo se lo compramos a gente de otra tienda, que les fue quedando con el pesaje, o al camionero que lo trae, o vamos a la mitad con cualquiera de ellos cuando se lo vendemos. El pollo se vende muy rápido y por eso nos gusta para hacer negocio, porque desaparece la prueba. Hay otras cosas, como adulterar ligeramente el precio. ¿ No te has fijado que, muchas veces, en la tienda no te dan el recibo de lo que compraste? Casi nadie lo pide. Y hay otras cosas, pero ahí sí no voy a decirte más, porque si no levanto la paloma. Lo que te aseguro ciento por ciento es que todo el mundo en la tienda sabe algo de estas jugadas. Y todo el mundo tiene que jugársela para poder mantener una casa. ¿ Tú crees que, por un salario, alguien se puede meter ocho o nueve horas con un calor terrible en la tienda porque hay que ahorrar electricidad? Otros empleados no se dedican a hurtar al patrón Estado, al menos no en especie. Prefieren jugar al empresario. Utilizan sus conocimientos técnicos, más sofisticados y actuales en la era de la información que se expande por el mundo. Por ello retomo el vínculo directo con Leana, a quien ya presenté en el artículo“ Nuevos cimarrones”( Identidades, No. 5, 2015). Mi hija no quiere volver a contarte nada, pero yo te puedo decir algo. Bueno, por lo que muchas veces conversamos ella y yo, aunque tú sabes que de computación nada sé, ahora ella tiene montado con otro amigo del centro de trabajo, aparte de las visas, la entrega del paquete semanal, tú sabes, de la televisión americana. Tiene gran clientela. Hay muy buen ingreso con todo eso y, por lo que me dice, ya está metido en el beneficio hasta el director de la empresa. Todo es muy discreto y eficiente. Lo malo de todo esto es que ya mi hija está pensando en pagarse un viaje a Estados Unidos. Como yo, tiene pasaporte de la Comunidad Europea, por aquello de que, si tenías el padre o abuelo españoles, podías aspirar a la ciudadanía de ese país o de la comunidad. Ella me ha dicho que no se va a quedar en Estados Unidos. Yo, por un lado, no lo quisiera, pero por otro tengo miedo que un día se busque un problema en el trabajo y la metan presa. Me jodería mucho quedarme sola, pero sé que también me quitaría esta angustia que tengo cada día. Es algo curioso: ahora vivimos mejor y comemos mejor gracias a lo que hace ella, porque con mi pensión casi nada podemos cubrir, pero yo me siento como culpable de algo, sobre todo cuando veo lo mal que la está pasando mucha gente alrededor. Algunos pudieran afirmar que no se pueden dar ese lujo para sobrevivir el día a día. Con esta actitud se observa una particular manifestación de moral y ética que justifica los actos emprendidos. Los cargos de conciencia son, por tanto, desestimados. El proceso del empleo adquiere un cariz particular cuando el emprendedor privado se incorpora en un limitado número de oficios y ocupaciones. Junto a él aparecen en el horizonte urbanita los denominados inspectores populares. Esta toma y daca establece nuevos parámetros de relaciones sociales. Las normas universales de lo moral y ético sufren una peculiar transformación. A nosotros, en el cursillo de preparación como inspectores, nos sacan el fantasmón del cuentapropista. Que si es un enemigo de clase en potencia, porque se quiere enriquecer; que si eso a la corta o a la larga pone en peligro a la Revolución … En fin, que así nos ponen el cerebro a mil. Quieren que nos
59