IDENTIDADES 1 ESPAÑOL Febrero 2017 | Page 57

Estado“ afianza la ideología y las normas de convivencia y conducta”. Sin embargo, la verdad es lo que existe y, por tanto, lo que ocurre. Aquello que no puede expresarse abiertamente en Cuba— excepto en la virtualidad del ciberespacio— se desborda en forma de un éxodo cada vez más desesperado. La verdad es la apatía ciudadana generada por el continuo fracaso de toda tentativa de cambio, el pragmatismo como reacción al sacrificio impuesto, a la abstinencia involuntaria. Es el auge del cuentapropismo, las expresiones de descontento cada vez más desinhibidas de la gente en la calle; es el escepticismo ideológico, la irreverencia de los jóvenes, la deserción de vástagos de la élite, que ven al sistema inoperante a pesar de los privilegios con que nacen. Son las expresiones espontáneas de pluralidad sexual, política y de intereses. La verdad es el hambre de tecnología, las redes digitales que se arman con dispositivos obsoletos o modernos; la gradual aceptación de que cubanos somos todos, no importa si estamos dentro o fuera de la Isla. Es la noche de fuerza y pensamiento que decía Martí; la integración telúrica aún, apenas perceptible, de las fuerzas nobles, que son también naturales y se irán articulando hasta llegar a coordinar ese sueño del Apóstol cuyo sentido nos fue potencialmente adulterado:“ El culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”.
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