IDENTIDADES 1 ESPAÑOL Febrero 2017 | Page 38

más que una simple infracción: era un delito. Y grave, en tanto implicaba un abuso de su inocencia y una violación de sus derechos como seres humanos. Quedaría por ver si el adulto que ordenaba a los niños habaneros gritarle cabrón al presidente de los Estados Unidos, aun cuando conociera los diversos significados del término, tenía plena conciencia de su infracción y su delito. ¿ Sería capaz de valorar ese adulto, en justa medida, cuánto ha tenido que avanzar la humanidad para que Barack Obama fuera elegido presidente de la primera potencia económica del planeta? Obama es descendiente de las víctimas de la esclavitud de los negros africanos— uno de los más oprobiosos capítulos de la historia del hombre— y queda demostrada cuánta competencia profesional, cuánta seriedad y cuánta honradez tiene para que decenas de millones de ciudadanos lo eligieran como presidente de la primera potencia económica del planeta. Por supuesto que aquel adulto no era capaz de tal valoración, porque su desarrollo intelectual, espiritual y moral también fue retorcido en su niñez por otros adultos, según ley que rige la espiral embrutecedora de los totalitarismos.
3-Fábrica de inválidos mentales Debe tener unos diez años de edad. Viste de un delicado color rosa. Su carita es tierna como la de todos los niños, pero de improviso se convierte en una escalofriante máscara de odio. Está destrozando ejemplares de la Declaración Universal de los Derechos Humanos( 1948), al tiempo que levanta la vista para mirar, roñosa y desafiante, al pequeño grupo de Damas de Blanco y otros opositores pacíficos bajo el asedio de turbas violentas al mando de la policía política. Al ver estas imágenes de espanto, en un video de Estado de Sats que aún circula en Internet, lo primero que me vino a la mente fue la escena del libro El largo viaje( 1963) en que Jorge Semprún describe su traslado, como prisionero de los nazis, al campo de concentración de Buchenwald. Al paso del dantesco tren por los pueblos alemanes, filas de niños adoctrinados por el nazismo aguardaban en cada estación. Y cuenta Semprún haber experimentado la más desgarradora inquietud al sentir la expresión de repulsa en las miradas de aquellas criaturas que, sin conocerlos y sin tener la más ligera idea de los motivos por los cuales iban a prisión, cumplían la orden de odiarlos.
4-Hidra de siete cabezas Por si alguien considera exagerada la comparación entre los niños del nazismo y del fidelismo, sólo deseo puntualizar algunos ligeros detalles: No está en mi ánimo— ni creo que lo necesite— valerme de patrones extremos para enjuiciar problemas del sistema de educación cubano. Sus consecuencias se presentan hoy a la vista de todo el que quiera verlas y su naturaleza doctrinaria y dogmática se ha ido revelando por sí sola con el paso del tiempo; no obstante, el esfuerzo de instituciones y personalidades internacionales( más y menos engañadas o manipuladas por la propaganda y las estadísticas oficiales de la Isla), que aún se empeñan en elogiar este sistema como una avanzada del mundo subdesarrollado y como ejemplo de panacea revolucionaria. Tampoco pretendo establecer paralelos tremendistas entre las ideologías de Hitler y Fidel Castro, tan distantes en su praxis como coincidentes en ciertas derivaciones históricas. El cotejo general, a más de ser improcedente, me resulta prescindible. La mención al libro de Semprún puede ser tomada entonces como lo que es, una referencia de pasada. En rigor, lo sustancial de estas páginas no necesita otro apoyo más que el de la realidad palpable y fácilmente comprobable en Cuba. Las ventajas del programa de escuelas
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