Dentro de las estructuras democráticas hay algunos de votan todos los días y otros, la mayoría abrumadora de la sociedad, una vez cada dos o tres años. La democracia se torna sumamente defectuosa bajo la desigualdad en el ejercicio de los derechos políticos y termina siendo apenas una fantasía para disimular la vigencia social de un régimen muy oligárquico en estructura y funcionamiento. Pensamos que, en el siglo XXI, América Latina está viviendo en una democracia defectuosa, con falta de representatividad de las comunidades afrodescendientes en las decisiones políticas. La carencia de espacios de participación para este y otros sectores vulnerables es un perverso juego de intereses generado por quienes detentan el poder de los mercados oligopólicos y comparten una visión neoliberal en contra de la promoción de esos espacios democráticos. En un mundo de pequeños propietarios, la propiedad en sí tendría poco que temer de la democracia, pero con el desarrollo oligopólicos del sistema capitalista, la democracia se convirtió en el talón de Aquiles de muchos liberales( Esping- Andersen, 1991, 86). Para las comunidades afrodescendientes, la democracia necesita una lógica inclusiva, universal y participativa, de orden colectivo, en el cual la participación y la representación de los grupos puedan jugar con los intereses de un pueblo diverso y heterogéneo, así como con las realidades de las diversas formas de expresión social. En el mundo de las ideologías cabe entonces preguntar si la democracia para las comunidades afrodescendientes sería una bandera de lucha de una sociedad socialista. Y esa es la razón por la cual los liberales no tienen la menor disposición de ampliar la democracia, mientras que“ los socialistas, al contrario, sospechaban que la democracia parlamentaria sería poco más que una concha vacía o, como sugirió Lenin, mera conversación entre maniquíes "( Esping-Andersen, 1991, 88). El marxismo contemporáneo sostuvo la creencia de que las reformas sociales no pasaban de ser un dique en el orden capitalista lleno de vacíos y no podían, por definición, dar respuesta al deseo de emancipación de las clases trabajadoras. Siguiendo este pensamiento, los liberales temían que la democracia plena comprometiera los mercados e instaurara el socialismo. La libertad necesitaba entonces defender los mercados contra la intervención política. Y en esta lógica, la democracia burguesa se aprecia como noción monstruosa, ya que se oculta una circunstancia histórica decisiva: la democracia se obtuvo y fue preservada, en mayor o menor medida en distintas latitudes, en contra de la burguesía. Esa noción está en otro nivel psicosocial de dominación de la burguesía sobre la población afrodescendiente como parte de la clase trabajadora, pero se afronta una doble dificultad. La democracia burguesa no se puede atribuir gratuitamente a la burguesía como conquista histórica, pues resultó de luchas históricas y populares contra la dominación del capital. Y el adjetivo burgués no es otra cosa que un dato accidental o especificación accesoria para la esencia fetichizada de la democracia misma como valor inmutable. Esta discusión conduce a una serie de desafíos sobre cómo fortalecer la democracia hoy en relación con los derechos de la población afrodescendiente a partir de la lucha por la igualdad y por la participación social y política, así como de la representatividad de las fuerzas excluidas e invisibles en el sistema liberal y capitalista vigente. El desafío de la democratización en América Latina está en poder combinar los cambios institucionales con la expresión de las prácticas democráticas
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