IDENTIDADES 1 ESPAÑOL Febrero 2017 | Page 108

— quien llegó a ser directora del Ballet de Brooklyn— hasta el grupo de talentosos graduados de la ENB a quienes cerró las puertas de la compañía. Capítulo aparte merece la gran estrella mundial Carlos Acosta, graduado de la ENB, quien hace carrera excepcional en importantes compañías, como el Ballet de Houston y el Royal Ballet de Londres. Aunque ostenta múltiples premios y fue investido Caballero del Imperio Británico con el rango de Gran Comendador, Acosta no tiene una sola fotografía en el Museo Nacional de la Danza. Como un regalo y deferencia con Carlos Acosta, el Royal Ballet hizo la erogación millonaria de trasladar a Cuba toda la compañía, con piso del escenario incluido, para ofrecer varias funciones en La Habana. Ni la dirección del BNC ni las autoridades culturales se molestaron en agasajar a la prestigiosa compañía con al menos alguna condecoración significativa. Al fin Carlos Acosta recibió el Premio Nacional de Danza( 2011) que hacía tiempo merecía, Alicia Alonso no se dignó a presentarse en la ceremonia de entrega. A mediados del pasado año se canceló la presentación en Cuba de la versión al español de su autobiografía, No way home( Harper, 2007), por la presión de la propia Alicia Alonso, según criterio extendido, para impedir que los lectores cubanos tuvieran contacto con testimonios del racismo que cunde durante décadas en el BNC. El desgaste e inviabilidad del modelo que manipula e instrumentaliza hasta los más caros valores y menosprecia al ser humano, ha destruido o depreciado tantos alcances económicos y culturales que fueron orgullo de toda la nación. El BNC no es la excepción: enferma de retraso y hegemonismo, la compañía no es ni la sombra de aquella que deleitaba décadas atrás. Tal vez la gran diva sea mucho más rica que cuando se alió al poder, pero de seguro la compañía es mucho más pobre y menos prestigiosa. Son muchos los jóvenes bailarines que aprovechan las giras al exterior para escapar, como los esclavos, en busca de mejores horizontes de vida y trabajo. Nada de esto importa a las autoridades políticas y culturales, que se guían por los mismos patrones racistas y discriminatorios que empañan la ejecutoria de la camarilla hegemónica del BNC. Resulta lamentable que los mercaderes acostumbrados a traficar con la cultura popular mientras se presentan como defensores y promotores de la cultura afrocubana, se rebajen a premiar a Alicia Alonso con el inequívoco propósito de congraciarse con el poder y proteger sus intereses particulares. Sin embargo, es más lacerante ver cómo quienes se presentan como luchadores contra el racismo guardan silencio indigno ante semejante agravio. Los activistas antirracistas oficialistas se muestran más preocupados por agradar al poder que por denunciar de manera consecuente las desigualdades e injusticias que padecemos. Esos“ antirracistas” trituraron hace poco al destacado intelectual Roberto Zurbano con una especie de linchamiento mediático inquisitorial por su artículo, lleno de verdades indeclinables, que publicó The New York Times. Ahora guardan silencio ante inmerecidos y ofensivos homenajes. No importa que, de momento, el poder pague a sus servidores con honores y prebendas que, en su mezquindad y soberbia, niega a tantos merecedores, ya sea Celia Cruz, Bebo Valdés, Orlando“ El Duque” Hernández o Guillermo Cabrera Infante. Por suerte el tiempo y la historia colocará a cada cual en el lugar que merece.
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