sentía nervioso, casi creía que al terminar sus labios, ella
le hablaría. Comenzó.
Primero perfiló su nariz, no era grande pero tampoco
chica, era recta, decidida. Después tomó el color carmín
rosado, ansioso, pero absolutamente concentrado, creaba
lentamente la boca, no había equivocaciones, no podía,
era perfecta... Y terminó. Ahí estaba toda ella, con los
pies en el pasto, dispuesta a caminar en ese campo verde
soleado, se la veía alegre, honesta, fresca, enamorada…
¡Ahí estaba! .. pero, ¿qué podía hacer él?, se levantó con
un sentimiento de desesperación, enojado, suplicante por
encontrar una respuesta, ¿qué podía hacer?.. Caminaba
de arriba a abajo, pateando cosas, tomándose el cabello,
atormentado...
Al día siguiente nadie lo vio en el trabajo, pero no hubo
preocupación, hasta que pasaron otros dos días, entonces
sí lo llamaron, pero no hubo respuesta. Al quinto día,
una muchacha que trabajaba en la cafetería del
periódico, a quien Leo siempre trataba bien, se decidió de
ir a buscarlo.