y señales después me enteré: que ya era bien conocida,
que le sobraban los patanes y los pendejos, como
yo. Que su temor era no ser reconocida,
y entre sus traumas se llevó mi paz, mis sueños
y hasta parte de mi propia estima.
No quiero venganza, sólo que se largue, porque a
su acto sigue aferrada, sabe que ya no tendrá mis besos,
pero no acepta soltar, no soporta perder,
quiere mi atención como la de otros quince o treinta
. Su mundo es tener, tener, tener, promesas, gestos,
manos sobre su cuerpo, mensajes, jadeos
que opriman el peso de su nimiedad... pero qué
culpa yo tengo, me llevó entre sus patas, me tiró,
me llenó de lodo, y ahora que me alzo y me limpio,
insiste en que la lleve, que la cargue y pueda con su
tristeza, ésa que ni cuarenta manos logran cargar.
Ya vete, vete. Eres el pasado de el que me arrepiento,
el que voy a negar. Déjame seguir, hacerle análisis
a mi cuerpo, que hasta una enfermedad me da