Me enamoré de una puta. Una de las peores.
No de las que se acuestan
con varios hombres, y lo gozan, y lo aceptan.
No.
Esas no son putas.
Tampoco los son las prostitutas, ese tan sólo es un trabajo.
Las putas son las que conocen tantas camas como
conocen nombres, y en cada una quieren inventar
un cuento, una historia para cada cara,
a la que le añaden "sentimientos", pero nada
de eso es cierto.
No puede haber amor en la necesidad, ni en el engaño.
Con una de ésas fue con la que me topé,
y no sé si por inocente o por pendejo, en toda su
teatralidad confié.
Cuando lo único que quería era mi estima,
que adorara su falso carisma y su cuerpo,
retenerme y que para mí fuera la única...
¡únicos mis huevos.. y se los entregué!
envueltos en sentimientos, tan reales, como la fe que tenía
en sus caricias, en su dialecto.
Y todo para nada, para negar lo que con pelos