envuelve, un hueco en el estomago empieza a molestarme, su
teléfono solo suena sin respuesta, empujo mi mano contra
pasador de la ventana, siento un dolor agudo que evita me
desespere aun mas, ya tengo el dorso con el pellejo levantado,
y algunas líneas rojas que translucen la sangre, “solo un viaje
rápido a la lavandería” dijo con la sonrisa cautivante repleta
de pequeños dientes blancos, corriendo velozmente escaleras
abajo,
y yo en sentido contrario mientras guardo mis
pequeñas pinzas de corte en el bolsillo trasero, y seco mis
manos aceitosas, con un pedazo de tala vieja, “y después
cenamos juntos” volvió a gritar, promesa acompañada de ese
guiño que hace cuando habla de sexo, sigo mirando a través
de la ventana junto a mi espinoso acompañante, que me
recuerda los pleitos que había tenido con marina en meses
pasadas, el puñetazo que le di en la cara, atrocidad que realice
sin pensar, la policía tuvo que intervenir, los gritos se
escucharon a tres cuadras, y termine seis en la cárcel, y ella
con la nariz y el dedo pequeño fracturados, no quiero recordar
lo que le hacen a los golpeadores de mujeres, seis meses me
sentí como esta planta, con un color verde amarillento que
pintaba mi piel por el coraje y el exceso de bilis que producían
mis entripados y hacia me doblara sobre el costado derecho
por el dolor agudo en cada inyección de la sustancia en un
estomago vacío, en un cuerpo lleno de odio y cientos de
espinas clavadas en cada pedazo de pellejo, y detrás de las
rejas, recibiendo golpizas cada noche, hasta perder el sentido,
la lluvia sigue cayendo afuera, las calles son mas resbalosas y
los accidentes mas comunes, algo que pareciera tan común y
normal en esta temporada, pensamientos que no me
tranquilizan, pues conozco a Marina y se que conduce como
“alma que lleva el diablo” aun durante la lluvia, le divierte mi
cara aterrada en cada vuelta que toma a toda velocidad, sin
una pizca de precaución mientras mis manos sudorosas se
aferran al descansa brazos de la puerta y al borde del asiento
¡Marina! Grito tratando de disimular el miedo , mientras ella
solo lanza su risa burlona, sin bajar la velocidad, el ruido
tembloroso de un motor me devuelve a la realidad, mi corazón
late con fuerza, siento que va a