Idea Escrita Arte Plástico | Page 42

envuelve, un hueco en el estomago empieza a molestarme, su teléfono solo suena sin respuesta, empujo mi mano contra pasador de la ventana, siento un dolor agudo que evita me desespere aun mas, ya tengo el dorso con el pellejo levantado, y algunas líneas rojas que translucen la sangre, “solo un viaje rápido a la lavandería” dijo con la sonrisa cautivante repleta de pequeños dientes blancos, corriendo velozmente escaleras abajo, y yo en sentido contrario mientras guardo mis pequeñas pinzas de corte en el bolsillo trasero, y seco mis manos aceitosas, con un pedazo de tala vieja, “y después cenamos juntos” volvió a gritar, promesa acompañada de ese guiño que hace cuando habla de sexo, sigo mirando a través de la ventana junto a mi espinoso acompañante, que me recuerda los pleitos que había tenido con marina en meses pasadas, el puñetazo que le di en la cara, atrocidad que realice sin pensar, la policía tuvo que intervenir, los gritos se escucharon a tres cuadras, y termine seis en la cárcel, y ella con la nariz y el dedo pequeño fracturados, no quiero recordar lo que le hacen a los golpeadores de mujeres, seis meses me sentí como esta planta, con un color verde amarillento que pintaba mi piel por el coraje y el exceso de bilis que producían mis entripados y hacia me doblara sobre el costado derecho por el dolor agudo en cada inyección de la sustancia en un estomago vacío, en un cuerpo lleno de odio y cientos de espinas clavadas en cada pedazo de pellejo, y detrás de las rejas, recibiendo golpizas cada noche, hasta perder el sentido, la lluvia sigue cayendo afuera, las calles son mas resbalosas y los accidentes mas comunes, algo que pareciera tan común y normal en esta temporada, pensamientos que no me tranquilizan, pues conozco a Marina y se que conduce como “alma que lleva el diablo” aun durante la lluvia, le divierte mi cara aterrada en cada vuelta que toma a toda velocidad, sin una pizca de precaución mientras mis manos sudorosas se aferran al descansa brazos de la puerta y al borde del asiento ¡Marina! Grito tratando de disimular el miedo , mientras ella solo lanza su risa burlona, sin bajar la velocidad, el ruido tembloroso de un motor me devuelve a la realidad, mi corazón late con fuerza, siento que va a