HOLOCAUSTO BAJO LA LUPA - JURGEN GRAF El Holocausto bajo la Lupa | Page 84

Jürgen Graf camión maniobró hasta la fosa y descargó su carga en ella. Eran niños pequeños. ¡Bebés! Sí, yo lo había visto, con mis propios ojos... niños en las llamas (¿es de extrañar que desde entonces no pueda conciliar el sueño?).Hacia allá íbamos pues. Un po- co más allá se encontraba otra fosa mayor, para adultos... «Padre», dije yo, «si esto es así, no quiero esperar más. Me precipito en la alambrada eléctrica. Esto es mejor que vegetar durante horas en las llamas.» Pero, afortunadamente, ese vegetar durante horas en las llamas le fue ahorrado a Elie Wiesel, sin tener que saltar a las alambradas eléctricas, puesto que: "A nuestra columna sólo le faltaban unos quince pasos. Yo me mordía los labios, para que mi padre me oyera el castañetear de mis dientes. Faltaban diez pasos. Ocho, siete. Marchábamos lentamente, como detrás del coche fúnebre de nuestro propio entierro. Sólo faltaban cuatro pasos. Tres pasos. Estaba ahora bien cerca la fosa con sus llamas. Reuní todas mis fuerzas, para escapar de las filas y tirarme en las alambradas. En lo profundo de mi corazón, me despedía de mi padre, de todo el universo, y sin querer se formaban palabras y surgían como murmullo de los labios: Yitgadal veyitkadach chmé raba... Su nombre sea elevado y santificado. Mi corazón estaba por estallar. Había llegado el momento. Estaba ante el ángel de la muerte... No. Dos pasos antes de la fosa nos ordenaron volvernos atrás, y se nos mandó entrar en una barraca" 36 36 La Nuit, Editions de minuit, 1958, p. 57-60. 84