HOLOCAUSTO BAJO LA LUPA - JURGEN GRAF El Holocausto bajo la Lupa | Page 117

HOLOCAUSTO BAJO LA LUPA participación individual de cada acusado en los asesinatos. Aquel acusado que negaba la existencia de las cámaras de gas y el exterminio de los judíos, se reducía con ello a una situación totalmente desesperada y arriesgaba un castigo especialmente duro por «obstinado». Es así como casi todos los acusados, previa consulta con sus abogados, optaron por la táctica de no negar la existencia de las cámaras de gas, sino solamente su propia participación en los gaseos o, cuando los testimonios eran demasiado contundentes, declarar que habían obrado cumpliendo órdenes. Los acusados dispuestos a cooperar podían esperar castigos leves, por atroces que hubiesen sido los crímenes que se les imputaban. En el juicio de Belzec de 1965, el único acusado, Josef Oberhauser, fue condenado por su participación en el asesinato de 300.000 personas a la pena ridícula de cuatro años y seis meses de reclusión, que ni tuvo que cumplir completamente. Esta indulgencia se explica por el hecho de que Oberhauser se negó a declarar. Ello significaba que no negaba la acusación, y así la justicia de Alemania Occidental una vez más pudo hacer constar en forma triunfante que los criminales no negaban los asesinatos en masa (Rückerl, p. 83-84). En el proceso de Auschwitz en Frankfurt, el inculpado Robert Mulka, al que le «probaron» vilezas especialmente bestiales, fue condenado a una pena de 14 años, criticada por ser demasiado benigna. Al cabo de tan sólo cuatro meses Mulka fue dejado en libertad «por razones de salud» -- sucede que había jugado el juego de la fiscalía y confesado la existencia de las cámaras de gas. El que no hacía eso, no podía esperar clemencia. Kurt Franz, un acusado en el proceso de Treblinka, pasó casi 33 años entre rejas hasta que -- por sufrir de un cáncer avanzado -- se le concedió la suspensión de la reclusión; en este caso, el reo había 117