HOLOCAUSTO BAJO LA LUPA - JURGEN GRAF El Holocausto bajo la Lupa | Page 116
Jürgen Graf
Para demostrar que los procesos penales no seguían los
principios de un estado de derecho, tasta con mencionar
que en ninguno de ellos se pidió la presentación de un
solo peritaje sobre el arma del delito, es decir sobre las
cámaras de gas. Tal peritaje habría demostrado la
imposibilidad técnica de los gaseos en masa, y todo el
holocausto se habría desmoronado como un castillo de
naipes. Como única prueba estaban las declaraciones de
testigos. Estos, como ex-prisioneros de KZ, lógicamente
sentían odio hacia los acusados, porque las condiciones de
vida en un KZ, aun sin cámaras de gas ni asesinatos en
masa, fueron en muchos casos harto detestables. En esa
situación para los testigos fue irresistible la tentación de
acusar a los reos no solamente de atrocidades que podían
haber cometido efectivamente, sino además de otras
incomparablemente peores. No tenían que temer ni lo más
mínimo, ya que ningún testigo en un proceso contra
nacionalsocialistas fue acusado jamás de perjurio; ni
siquiera Filip Müller, que en el proceso de Auschwitz, en
Frankfurt, declaró que un guardia de las SS había
arrojado a un niño a la grasa humana hirviente que corría
de la hoguera en la que se incineraban los cadáveres de
los gaseados. Tampoco aquel otro testigo que contaba que
los Kapos corrían carreras de bicicleta en la cámara de gas
en los intervalos entre una ejecución y otra; el recinto se
habría prestado para este tipo de actividades deportivas,
ya que tenía un declive para que la sangre de los gaseados
pudiese desagotar libremente.
¿Por qué la mayoría de los acusados admitió o al menos
no negó la existencia de las cámaras de gas?
Así como sucedió en el juicio de Nuremberg, en los demás
procesos por crímenes nazis llevados a cabo en la RFA, el
holocausto se consideró un hecho histórico comprobado
que no se discutía. Lo único que se discutía era la
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